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Atrapados en Australia: billetes de vuelta a 12.000 euros y sin garantía de plaza

Un grupo de 10 valencianos permanece aislado en Sidney, sin poder volver - "La embajada dice que no nos puede ayudar. Que paguemos el vuelo. Hay gente durmiendo en el aeropuerto, tirada por el suelo llorando", explica Laura

Paula y Laura, en la habitación que les ha dejado un conocido en Sidney. laura íñigo

Un grupo de 300 españoles, al menos diez de los cuales son jóvenes valencianos que estaban estudiando o trabajando en Australia, están atrapados en el aeropuerto de Sidney sin dinero, sin vuelos, sin alojamiento, sin ayuda diplomática y sin poder regresar a su casa. «Estamos desesperados. Nadie nos escucha ni asiste. Hay gente durmiendo en el aeropuerto. Y Australia ya ha empezado a cerrar todo, como España hace una semana».

Lo explica Laura Íñigo, una joven de 26 años, natural de Algemesí y que teme hasta haber perdido su trabajo en Alzira. En su caso, salió el 5 de marzo de València hacia Australia para ir a visitar a su amiga, la alcireña Paula Dalmau, de 25 años, a Gold Coast, en la costa Este del país, 840 kilómetros al norte de Sidney, que estaba allí desde octubre para completar un curso de inglés de tres meses.

Eran tres semanas de vacaciones planeadas al milímetro mucho antes, en enero, cuando el coronavirus no era siquiera aún un nombre. «¿Imprudencia haberme venido el 5 de marzo? Según nuestras autoridades, en absoluto», defiende Laura. Y apuntilla: «¡Pero si el día antes de coger el avión estuve en una mascletà con miles de personas entre las que no había ni 10 centímetros de distancia porque nos decían que no pasaba nada!». Y no le falta razón.

De hecho, las distintas velocidades a las que aún hoy se siguen moviendo los 185 países afectados hace que Australia acabe de incorporar las primeras medidas restrictivas. Bares y restaurantes fueron obligados a cerrar hace una semana, pero los hostales y hoteles «se clasuran hoy [por ayer]». Y la población ni siquiera ha sido aún confinada.

El cierre global de fronteras y el hecho de que España, junto con Italia, sea uno de los mayores epicentros mundiales de la pandemia de Covid-19 en estos momentos, ha convertido nuestro país en un apestado. Hasta el punto de que es casi imposible encontrar un vuelo internacional que aterrice en Madrid o Barcelona, dos de los principales focos españoles de la enfermedad.

O, al menos, no se encuentran salvo que seas millonario. Ayer, la única compañía aérea que mantenía la venta de vuelos desde el país oceánico hasta Europa era Qatar Airlines: un billete a cualquier capital europea costaba como mínimo 21.100 dólares australianos. La friolera de 11.552,47 euros. Y sin ninguna garantía de embarcar. «Nos lo han advertido. Puedes haber pagado esa barbaridad, llegar al aeropuerto y decirte que o no tienes plaza o el vuelo ha sido cancelado. Sin más», explican Laura y Paula.

Ellas han tenido suerte, porque tienen un conocido que se ha apiadado de ellas y les ha permitido quedarse en su casa «aunque no sabemos por cuánto tiempo», aclara Laura. Salieron de Gold Coast dos días antes. «Teníamos el vuelo comprado desde enero. El mío me costó 1.500 euros porque era ida y vuelta, y el de Paula, menos de 600». Salían de Gold Coast a Sidney, y de allí a Abu Dhabi, donde otro avión las llevaría a Madrid.

Ya la semana pasada recibieron un escueto correo electrónico de la compañía aérea en la que les informaban de que el vuelo Abu Dhabi-Madrid había sido cancelado. Primera llamada a la embajada española en Australia. «Nos dijeron que no se podía hacer nada. Y que como ya apenas había compañías que volasen a España por los elevados contagios y el cierre de fronteras, la única solución era comprar otro billete para volar a una capital europea cualquiera, y desde allí, a España».

Y lo hicieron. Pagaron cerca de 1.000 euros, casi el doble de lo habitual, por un billete de Abu Dhabi a Londres. Embarcaron en Gold Coast a las once de la mañana del martes (hora local) y, cuando aterrizaron en Sidney, con las maletas ya facturadas hasta Londres, llegó la sorpresa. «Nos iban sacando de la cola, para evitar escándalos, suponemos, para decirnos que nuestros vuelos de enlace habían sido cancelados. Ni correo de aviso ni nada. Es indignante, porque estaba anulado desde las 6.00 horas, así que si nos lo hubieran dicho con tiempo, incluso podríamos habernos quedado en Gold Coast, donde conocemos gente y podríamos sobrevivir unos días».

Las siguientes horas fueron una locura. «Somos más de 300 españoles en esta situación. Nos juntamos en el aeropuerto, nos intercambiamos datos y estamos en contacto». Llamaron al consulado. Estéril. «Nos dijeron que no pueden hacer nada y que no disponen ni de red de alojamientos ni de dinero para ayudarnos a ninguno. Que nuestra única opción era comprar un vuelo con Qatar Airlines. ¿Qué son, una compañía aérea o nuestro apoyo en el extranjero? ¡Vuelos a casi 12.000 euros! ¡Es que ni podemos pagarlos!».

El resto de atrapados son todos gente joven. «El que más tendrá, será sobre 30». Muchos se quedaron durmiendo en el aeropuerto. No hay ya hostales ni hoteles. «Veías a chicas tiradas, llorando desesperadas... Yo recorrí durante horas todos los mostradores suplicando un vuelo. Nadie nos hacía ni caso». Las maletas no aparecieron hasta las once de la noche, «aunque eso, la verdad, era la menor de nuestras preocupaciones».

A Paula le caduca hoy el visado. Consumió los tres de estudiante y amplió uno más como turista. «Ni siquiera podemos ponernos a trabajar para sacar dinero para volver, porque no tenemos los papeles. ¿Qué quieren que hagamos? ¿Que nos sentemos delante del consulado hasta que nos den una solución? Estamos desesperados e indignados. Y totalmente abandonados. Ni siquiera tenemos guantes o mascarillas para intentar protegernos...».

Llegan los 39 de Bali

Esta es, de momento, su situación. Otro grupo de 39 españoles que, en su mayoría, estaban de vacaciones en Bali (Indonesia) aterrizaron ayer en Alicante tras más de 32 horas de viaje en un avión que ha hecho escala en Tailandia, India, Rusia y Lituania.

Estas personas, que desde Alicante ya se dirigen a sus domicilios repartidos por todo el país, llegaron a bordo de un vuelo chárter que, poco después de tomar tierra, vuelve a la capital lituana, Vilna, con un pasaje repleto de nacionales de ese país que estaban en España.

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