Llíria disfrutó ayer de su concierto más inusual de su historia. El que protagonizaron los músicos, de todas las edades, agrupaciones, escuelas y bandas desde sus balcones. Todos unidos para interpretar, a las 7 de la tarde, la Novena Sinfonía de Beethoven, también conocida como la «Oda a la Alegría». Más tarde, la adaptación de Herbert von Karajan la convertiría en el Himno de Europa.

Las campanadas de la iglesia marcaron el inicio de la interpretación. Algunos se ataviaron con el uniforme de sus bandas (La Unión Musical o La Primitiva, las mayoritarias) mientras que otros desempolvaron sus instrumentos tras semanas sin tocarlos vestidos de andar por casa. Fue la excusa perfecta para romper el confinamiento desde los balcones para realizar, sino el mejor, el concierto más icónico que se recuerda en Llíria.

La idea fue impulsada por su alcalde, Manolo Civera, quien lamentó la cancelación de tantos y tantos eventos en honor al compositor alemán este año, cuando se cumplen 250 años del nacimiento del compositor. Ayer era el aniversario de su fallecimiento, por lo que se escogió la fecha para rendirle homenaje, como explicó el músico Andrés Simeó.

Sinfonía para la capitalidad

«Como los aplausos cada día, en Llíria queríamos hacer la misma aportación con la música y que mejor que Beethoven en su año», dice el músico. «Dado que somos capital mundial de la música por la Unesco, nos pareció que la sinfonía tenía todos los ingredientes para ser interpretada», explica. Tal fue la acogida ayer que el público, desde los balcones, gritaron aquello de «otra, otra», y así fue.

Técnicamente se trata de una pieza «sencilla». Es de las primeras que se enseña en las escuelas y conservatorios y tanto principiantes como veteranos son capaces de tocarla. De ahí la invitación a todos -músicos o no- a participar, como también hicieron las ciudades hermanas de la Unesco Dénia y Leiria (Música), en Portugal.