«Me voy al restaurante a preparar el ragú a la bolognesa. Tiene que estar riquísimo. Pongo todo el cariño en estos platos». Ferdinando Bernardi, el chef del Orobianco de Calp con una estrella Michelin y un sol Repsol, se ha arremangado en esta crisis del coronavirus. «Cada uno tiene que ayudar en lo que pueda y con lo que sepa hacer. Yo sé cocinar», afirma. El miércoles amasó y horneó unas 20 pizzas. Las entregó a las personas sintecho a las que se ha dado refugio en un albergue de emergencia, a los sanitarios del centro de salud y a los voluntarios de Protección Civil. Y ayer ya empezó a preparar la pasta con ragú a la bolognesa que hoy cocinará para los vecinos más necesitados y para quienes están luchando en primera línea contra la epidemia.

«Voy a cocinar para ellos cada dos días hasta que se termine todo lo que tenemos en la nevera del restaurante», asegura este chef que, al igual que otros colegas, está estos días desvelando en las redes sociales recetas sencillas, saludables y de aprovechamiento que las familias pueden elaborar para evadirse del tedioso confinamiento.

«La idea de ayudar cocinando a quien más lo necesita surgió de forma espontánea. Desde pequeño he ayudado a los demás. En 2007, estuve todo el año en Tailandia dando de comer a los niños», explica.

Amasar pizzas fue lo primero que le vino a la cabeza cuando vio que en el restaurante tenía bastante masa madre (elabora cuatro tipos de pan). «Había llamado a la alcaldesa y me ofrecí para cocinar en un comedor social o para lo que fuera. Soy muy nervioso. Y me hace muy feliz ayudar. De repente surgió lo de hacer las pizzas».

Bernardi, chef de Orobianco de Calp, quiere, además, que lo que cocine para las personas que lo están pasando mal y para quienes trabajan sin desmayo en esta emergencia sanitaria «esté muy bueno».

«Dentro de mis posibilidades, voy a dar el máximo. No me voy a estar parado. Es un momento en el que todos podemos colaborar», plantea este cocinero.

El chef del Orobianco está muy pendiente de su país Italia. «La gente está sufriendo mucho. Esto que está pasando es cruel». Allí su familia también se dedica a la hostelería. «Llevan ya tres semanas con todo cerrado. Es un golpe duro».

Afirma que esta crisis debe hacernos reflexionar. «Vivíamos de forma muy frenética. Ahora tenemos que cambiar el mundo y ser más solidarios. Hay mucha gente muy buena y ahora se está viendo».

Sus pizzas fueron un bocado solidario. Y delicioso. Hoy toca la pasta con ragú a la bolognesa. Los restaurantes, ese universo de disfrute y amistad, tienen la persiana bajada, pero cocineros como Bernardi no entrega la cuchara (que no se rinde, vamos). Sigue avivando la lumbre de la solidaridad.

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