El número de sanitarios contagiados de coronavirus se ha disparado un 75 % desde el martes y son ya 9.444, lo que supone casi el 15 % del total de infectados que hay en España, una cifra que el propio Gobierno reconoce como «alta» en comparación con otros países afectados.

Con más de 2.000 fallecidos y 1.200 ingresados en UCI, el coronavirus no ha dado tregua en Madrid en la semana más crítica de la pandemia hasta ahora. La situación, cercana al colapso en numerosos centros, está llevando al límite al personal sanitario, que a la escasez de medios de protección suma la carga psicológica por la atención a pacientes.

Pese a las dificultades para desempeñar su trabajo, encuentran motivos para el optimismo en el compañerismo y en las altas médicas. «Yo ayer me puse un mono de mecánico y un gorro de natación», cuenta Delia -nombre ficticio-, enfermera del Gregorio Marañón. La falta de mascarillas, guantes o equipos de protección individual (EPIs) está forzando a los profesionales a «entrar casi a pelo a las habitaciones», según relata esta sanitaria.

«Los medios llegan a cuentagotas, es una especie de psicosis contínua, reutilizas cosas aún a riesgo de contagiarte», apunta Eduardo, enfermero del hospital Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes, donde Tania -nombre ficticio- admite haber usado bolsas de basura a modo de batas impermeables.

La carencia de material ha generalizado una sensación de sobreexposición al contagio entre las plantillas. «Hay miedo y frustración. Queremos trabajar, de hecho yo he presentado síntomas y, como no me he puesto malo, he seguido (...), pero no podemos ir a pecho descubierto», declara Daniel, que hace jornadas dobles en un hospital privado de la capital y en el Clínico San Carlos.