Han pasado 15 días y me sigue estremeciendo el silencio atronador que recorre las calles de València. Es el silencio de los comercios cerrados, el silencio del confinamiento de la tercera capital de España. Un silencio que visibiliza la angustia y la preocupación que estamos viviendo. Todos tenemos personas cercanas que han dado positivo en coronavirus y otros que están en un ERTE o directamente han cerrado la persiana. Esta guerra es de todos.

Porque no erramos cuando decimos que estamos en guerra. Una guerra - librada en primera línea por nuestro magnífico personal sanitario- que requiere de unos dirigentes políticos responsables, rápidos, que vayan dos pasos por delante y se anticipen a las nefastas consecuencias económicas que deja y va a seguir dejando esta pandemia.

Las familias de la ciudad de València necesitan un respiro, una tregua en medio de este fuego cruzado invisible, y eso se traduce irremediablemente en revocar la subida de impuestos que el gobierno municipal de Compromís y PSPV está aplicando este año.

Esta tregua fiscal es la que el PP exigió el pasado jueves al señor Ribó y al PSPV en el pleno del Ayuntamiento de València y a la que se negaron en rotundo. Y la pregunta que me ha hago es ¿por qué?

Los vecinos de València que se han quedado en el paro, los autónomos que están cerrando sus negocios, las empresas que están sufriendo una caída en picado de su actividad, no pueden soportar una subida de la contribución del 3%, un aumento del 100% del recibo del agua o un incremento del 13% del IBI en sus comercios, bares, restaurantes u oficinas, por citar sólo algunos ejemplos. Sus facturas no pueden ir engordándose mientras sus ingresos caen vertiginosamente. Es, simplemente, de sentido común.

En València, el señor Ribó va 15 días por detrás de otras grandes ciudades que hace semanas aprobaron bonificaciones fiscales previendo la que iba a venir. Aquí, Compromís y PSPV se conforman con aplazar, un mes, el cobro del IBI al 60% de los contribuyentes y en «estudiar» suspender la tasa de mesas y sillas para este año. No es suficiente. Para ganar una guerra hay que sacar toda la artillería. Y la artillería fiscal contra el covid-19 debe ser:

1) Revocar la subida de impuestos.

2) Bonificar un 50% la cuota del IBI para inmuebles destinados a la actividad económica que garanticen el mantenimiento de empleo, y aplazar su pago a final de año.

3) Suspender definitivamente el cobro de tasas de mesas y sillas.

4) Aplazar hasta julio el pago del IBI a todos los vecinos.

5) Reducir el recibo de la circulación a los más de 57.600 titulares de vehículos vinculados a la actividad económica como taxistas, repartidores, camioneros o tractores, entre otros.

6) Exonerar del pago de la tasa a mercados municipales.

7) Exigir al Gobierno la suspensión de la cuota que pagan los autónomos.

Sabemos que el ayuntamiento tiene capacidad para afrontar este esfuerzo fiscal. Somos un partido serio y nuestras propuestas tienen una memoria económica realista. Ahora no es momento de entrar en batallas entre lo público o lo privado, no es momento de confrontar dogmas fiscales. Es momento de arrimar el hombro. Y parar la subida de impuestos no es una cuestión ideológica, es una cuestión de necesidad.

Señor Ribó, le hemos tendido la mano en esta crisis. No la rechace por sectarismo. Hagámoslo juntos por todos los vecinos que están mostrando su civismo estos días. Es momento de bajar los impuestos.