Ana tiene once años, su hermano Martín nueve y comienzan su tercera semana de confinamiento. Demasiados días encerrados agotando todos los recursos. Ya no quedan series de Netflix ni juegos que no cansen. Pero si se trata de sobrevivir al aburrimiento todo es posible. Si ya no hay nada dentro de casa asomarte a la ventana te puede dar una sorpresa; nuevos nuevos amigos desde el otro lado de la calle. "Estaba en la ventana y me gritaron desde la finca de enfrente dos niñas, me preguntaron si quería jugar con ellas al 'veo veo'. Me pidieron mi nombre en Tik-Tok y ahora cada vez que queremos vernos nos mandamos un mensaje". Ana se enorgullece de sus nuevas amigas María y Carmela. Ya no está tan sola y gritar de un lado a otro de la calle siempre entretiene. El teléfono se ha convertido para ellos en una herramienta indispensable contra el aislamiento. Tik-Tok y Snapchat traen muchas veces el recreo hasta la habitación para poder hacer lo mismo que en el colegio; compartir el tiempo, las risas y los juegos con los amigos y no sentirse tan alejados de ellos.

En casa no tienen miedo aunque eso no significa que no les afecte lo que viven a través de la televisión. "Veo las noticias y me quedo un poco preocupada y asustada. Hay mucha gente que no puede quedarse en casa y se puede contagiar y pasarlo mal", cuenta Ana junto a su hermano. De todas maneras no todo ha de ser malo; no hay coches en las calles, ni humo en las fábricas. "El mundo estará después mejor que ahora porque no estamos contaminando nada. El planeta nos lo agradecerá".