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El barrio que nació de una pandemia

La ciudad construyó en 1720 un hospital para cuarentenas en Natzaret para frenar la peste

El barrio que nació de una pandemia

Las cuarentenas y confinamientos decretados para frenar la propagación de pandemias como el coronavirus tienen bastantes precedentes históricos recogidos, entre otros, en el libro «Natzaret, entre la mar i l'Horta» escrito por Ramón Arqués y Antonio Sanchis, un barrio nacido hace tres siglos a raíz de otra epidemia devastadora, la conocida como peste de Marsella de 1720. En el libro los autores explican las medidas que adoptó la ciudad de València para frenar la peste llegada del país vecino y en las que este barrio del frente marítimo tuvo un papel protagonista. Por su ubicación en la costa, el entorno del actual barrio de Natzaret fue el lugar elegido para la construcción de un hospital para tratar la peste y otras enfermedades infecciosas (un lazareto). Allí debían guardar cuarentena las mercancías y personas «sospechosas» llegadas por mar a la ciudad.

Las pandemias de peste que desde el siglo XIV azotaban Europa eran el gran enemigo de la sociedad. El sistema entonces no estaba preparado para hacer frente a las enfermedades, que se combatían a base de opio, láudano y otros remedios naturales paliativos y purgantes. Ante el drama que había supuesto la peste negra, con 25 millones de muertos en toda Europa, se impuso la búsqueda de un remedio. Se observó que el foco de peste provenía de los países del arco mediterráneo oriental (Turquía y Marruecos), donde la peste era casi endémica y dado que no se podía prescindir del comercio con estos países se decidió establecer medidas preventivas y de contención, como se ha hecho ahora por recomendación de la OMS en la mayoría de paises afectados por la Covid-19.

Entre las medidas adoptadas para contener la peste, se decretó la construcción de hospitales de cuarentena. Uno de ellos se levantó en Natzaret, que en el siglo XVIII era apenas un grupo de barracas.

A finales del siglo XVII el comercio entre València y Marsella había crecido exponencialmente, pero la aparición de la peste bubónica en esta ciudad francesa obligó a tomar medidas de aislamiento de los barcos y pasajeros que llegaban del país vecino.Entre una tercera parte y la mitad de la población de Marsella (90.000 habitantes) murió en aquella epidemia y en toda la Provenza fallecieron 120.000 personas.

En España, por orden real, en agosto de 1720 se decretó la obligación de las embarcaciones procedentes de todos los puertos franceses del Mediterráneo de hacer cuarentena. Del mismo modo se prohibió la entrada de personas procedentes de los territorios fronterizos con Marsella si no llevaban los boletines sanitarios en regla.

La decisión de cerrar fronteras para evitar cualquier contagio tuvo consecuencias muy negativas para el comercio del reino de València, aunque también las tuvo positivas al surgir de todo aquello un sistema administrativo y jurídico de protección de la salud pública efectivo y en ocasiones incluso excesivo. La peste de Marsella fue una prueba de fuego para la organización político-sanitaria del siglo XVIII y supuso el inicio del desarrollo del sistema sanitario organizado a nivel estatal.

En València se estableció frente a la peste de Marsella un cordón sanitario o de control alrededor del término y la actual Horta Nord y Sud. Las autoridades prohibieron circular fuera de los caminos reales.

Para combatir la epidemia, València creó una comisión de salud pública asesorada por médicos y cirujanos. Se estableció vigilancia en las puertas de la ciudad y las personas que llegaban sin salvoconducto eran retenidos bajo el puente del Real hasta que se aclaraba su situación. En la ciudad, los vecinos por las mañanas debían baldear la puerta de sus casas.

Hospital de infecciosos

Pero la decisión más importante fue, sin duda, la construcción de un lazareto (hospital de enfermedades infecciosas) donde pudieran hacer cuarentena las embarcaciones. Todo navío, mercancías y personas sospechosas eran desinfectados allí con vinagre como primera medida.

Entre el personal dedicado al control de enfermedades en el lazareto de València había un «veedor» que examinaba los barcos y un escribano que redactaba los boletines de sanidad, unos papeles expedidos por las autoridades locales de los puertos de origen donde se hacía constar la descripción de la persona, el lugar de origen, si llevaba caballerías, géneros, etc., y sobre todo si estaba libre de contagio.

El incumplimiento de las medidas se sancionaba con penas de galeras e incluso de muerte.Aunque se llamaba cuarentena, la determinación de los días venía marcada por el grado de probabilidad de contagio, y eran los comisarios de la salud quienes decidían. Así, había cuarentenas de ocho días, de cuarenta y otras de meses.

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