Hace muchos años —más de cuarenta, en concreto desde el triste colofón que fue el derribo del hotel en 1977— que Bellús añora demasiado su histórico balneario. No hay persona mayor de la zona que no evoque de un modo u otro el singular esplendor de esta localidad de la Vall d'Albaida durante gran parte del siglo XX, cuando sus aguas fueron remanso de salud y paz hasta para los niños de la guerra evacuados desde el Madrid bombardeado. Pero ahora, Bellús lucha por proponer otro atractivo; por asociar su imagen y su nombre a otro interés. Y lo ha logrado con la puesta en valor de la Cova de la Petxina. Si la crisis sanitaria se soluciona pronto, el consistorio prevé celebrar el próximo mes de junio el primer aniversario de la conversión de esta cavidad prehistórica en espacio visitable. Atrás quedan años de abandono y agresiones, puesto que cerca de los restos de arte rupestre que se conservan se llegó a practicar la escalada. Sin faltar la preceptiva dosis de pintadas que tanto daño hacen al patrimonio histórico.

Enclavada en el paraje de l'Estret de les Aigües, los trabajos en la cavidad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco dentro del conjunto el arte rupestre mediterráneo, comenzaron en 2014 con la limpieza y eliminación de seis pintadas y grafitis con pintura de spray verde perpetradas en una acción vandálica; una «agresión física al conjunto de murales rupestres que se ubican en el abrigo de la Cova Gran», tal como recuerda la alcaldesa, Susana Navarro. La primer edil de Bellús, muy comprometida con este enclave como punto de mira turístico, recuerda que las acciones se llevaron a cabo con las ayudas para la conservación y protección de los bienes inmuebles del patrimonio cultural de la Comunitat Valenciana comandadas por Tirso Ávila, arquitecto director de los trabajos; Rafael Martínez Valle, jefe de la sección de Arqueologia i Art Rupestre del IVCR+I; y Rafa Jordà, museólogo de Terra de Patrimoni.

La Cova de la Petxina también ha sido objeto de una restauración, adecuación y museización que ha permitido proteger la cueva con un vallado metálico instalado en la vertical de la visera y convertir este elemento patrimonial en un museo de arte neolítico al aire libre. La cueva conserva representaciones de dos estilos de arte rupestre prehistórico: arte esquemático y arte levantino, según señalan los expertos.