Ni WhatsApp, ni Twitter, ni Facebook, ni Instagram, ni Tik Tok. La red social que más se utiliza en estos días de confinamiento es el balcón. Se ha convertido en epicentro de la convivencia de una manera completamente inesperada. En una época en la que, aparentemente, cualquier persona tiene oportunidad de disponer de una variada gama de entretenimiento con solo pulsar unas cuantas teclas de su teléfono móvil, lo que más se busca es el contacto humano perdido entre los pliegues de los decretos gubernamentales que regulan la alarma sanitaria. El coronavirus mantiene aislada a gran parte de la población. Y quienes mejor han entendido el nuevo paradigma de relaciones sociales son los vecinos de Sueca. Por calles y barriadas organizan todas las semanas programas festivos y lúdicos que incluyen desde partidas de bingo hasta bailes de disfraces.

Muchas personas suman los días que llevan confinados en sus hogares con la única esperanza de dejar de contar. Solo desean que esta maldita pesadilla termine. Las jornadas pasan y son muchas las horas en las que el aburrimiento -o incluso lo que los valencianos conocen como 'desfici'- hace mella en el estado anímico. Para hacer frente a ese desánimo e irradiar optimismo han surgido una gran cantidad de iniciativas en la práctica totalidad de las localidades valencianas. Pero Sueca ha dado un paso más.

Algunas zonas y barriadas realizan, prácticamente desde los inicios de la alerta sanitaria, programas lúdicos con los que amenizar el confinamiento. «Coronafest», «Confinafest» o el «Mig Confinament» son algunas de las celebraciones que ya han tenido lugar. En todos los casos tampoco faltan los ya protocolarios aplausos a las 20,00 horas. La barriada de l'Hort de Palmera es una de las más animadas. El pasado fin de semana, sin ir más lejos, realizaron una «mascletà», brindis en los balcones, una discomóvil, actuaciones musicales (Freddy Mercury y coros vecinales incluidos) o un bingo. Los vecinos escuchaban desde sus hogares cómo se cantaban los números a través de un altavoz y participaban en el divertido juego tachando aquellos que estaban en sus cartones, previamente repartidos.

Hasta la fecha, los vecinos del Vall de Carrasquer han realizado fiestas infantiles con actividades como la «globotà», la «peque-disco», un baile de disfraces o, incluso, una discomóvil en la que cada vecino podía solicitar al DJ la canción que deseaba escuchar. En la zona conocida popularmente como «On viuen tots» no se quedan atrás. En sus programas festivos aparecen actividades como tomar una cerveza o un refrigerio a mediodía en los balcones, comidas populares (eso sí, cada uno desde su casa), actuaciones musicales a cargo de los vecinos o, también, una discomóvil.

Y cada semana se preparan nuevas actividades. La fiesta no desaparece, se queda en casa.