Si en condiciones normales la necesidad agudiza el ingenio, en tiempos de coronavirus y confinamiento no iba a ser menos. La Policía Local de València, entre cuyas misiones está la de garantizar que las personas no salgan a la calle si no es por las causas establecidas oficialmente, lo está comprobando estos días. Hay quienes van a fumar a las puertas de una tienda, quienes llevan una bolsa con barras de pan duro para simular que vienen de comprar, quienes dicen tener un pato en el chalé para salir de la ciudad o quienes aseguran que su religión les obliga a comprar la comida en un supermercado especializado que curiosamente está al otro lado de la ciudad.

En los tiempos que corren y con el estado de alarma en todo su apogeo, salir a la calle puede tener una sanción de 600 euros si no es para comprar comida o medicinas, acompañar a menores o personas discapacitadas o asistir a personas mayores. Lo demás está prohibido y por eso la gente busca fórmulas o excusas para dar el paseo que tiene prohibido dar.

Una pareja de extranjeros residentes en Riba-roja fueron interceptados en el control de la avenida del Cid y argumentaron que sólo comían comida de su país y que solo la encontraban en un supermercado de València especializado en productos de ese lugar.

En otro caso, un hombre argumentó ante los agentes que tenía un pato en un chalé de la urbanización El Bosque (Chiva) y tenía que ir asiduamente para ver el estado en el que se encontraba.

Para moverse en la ciudad, las excusas son aun más variadas. Por ejemplo, hay quienes han argumentado que van a por documentación para cerrar el trimestre a algunos comercios que tienen que estar cerrados. O personas que dicen salir a comprar comida a una tienda que está alejada de su vivienda habitual. Y hay quien ha dicho que iba a visitar a familiares cuando se ha comprobado que no están necesitados de tal ayuda.

Salir a la compra

Las excusas más curiosas, de todas formas, tienen que ver con la compra diaria. En un caso los agentes de la Policía Local pararon a una persona que supuestamente venía de comprar pan y resulta que las barras que llevaba estaban duras y las utilizaba para pasear cada día.

Han sido también muchas las personas que han llamado a los agentes denunciando que había gente en las inmediaciones de las fruterías y que algunos de ellos no compraban o compraban lo mínimo, en un caso un único pimiento.

Fuera del anecdotario y más entrados en faena, los agentes también se han visto sorprendidos por situaciones rocambolescas. Una patrulla, por ejemplo, vio a una pareja fuera de casa y sin documentación, y cuando pasaron los datos a la sala resulta que el hombre tenía una orden de alejamiento vigente de la chica que estaba con él. Acabó detenido por quebrantamiento de la orden.

Por otro lado, la Policía de València denunció a diez personas que estaban celebrando el viernes por la noche una fiesta en un bajo de la ciudad, en la calle calle Padre Luis Navarro.

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