Poder salir a la calle, aunque sea por un período corto de tiempo y a escasa distancia de casa, podría permitir el desahogo de los niños y niñas durante el período de confinamiento... y también el de sus padres. Esta es una de las posibilidades que baraja el Gobierno de cara al futuro próximo, según confirmó el pasado jueves el ministro de Sanidad, Salvador Illa, para empezar a flexibilizar las medidas de distanciamiento social decretadas desde hace ya tres semanas para frenar la propagación de la covid-19. En Italia, desde esta semana y tras superar tres de confinamiento, los menores de 18 años ya tienen permiso para dar un paseo por la calle. Eso sí, deben estar acompañados por un solo adulto y evitar aglomeraciones. Los psicólogos lo ven con buenos ojos, pero apelan, sobre todo, a la «responsabilidad». Mientras, hay padres que esperan esta concesión como agua de Mayo, y otros que prefieren permanecer en casa mientras la crisis del coronavirus siga candente.

«Es buena idea abrir la posibilidad de que los menores puedan salir a la calle, pero debe estar bien regulada, en tiempo y espacios, sin utilizar parques y favoreciendo espacios con poca gente», apunta Alberto Soler, psicólogo especialista en asesoramiento a familias. «Si sanitariamente es posible, sí que sería beneficioso», coincide Andrea Ollero, responsable de las áreas de Educación e Intervención Social de la junta directiva del Colegio de Psicólogos de la Comunitat Valenciana. Eso sí, «la prudencia manda», avisa Soler. «No es cuestión de hacer deporte. No es una excusa para salir en familia. Se trata de dar un paseo por las inmediaciones del domicilio», recuerda.

Uno de los aspectos más positivos por los que Soler defiende que niños y niñas puedan salir un poco de casa es el de tomar conciencia de lo que ocurre. «Para ellos, de momento, lo que están viviendo es un acto de fe. No han salido todavía a la calle. No las han visto desiertas. Esto les puede ayudar a ser más conscientes de lo que está pasando», señala. «Servirá para que se ubiquen en la realidad», refrenda Ollero.

Según indican los especialistas, los alumnos y alumnas de Educación Infantil y Primaria serían los que agradecerían más esta pequeña libertad. «Estos tienen una gran necesidad de movimiento, por lo que les vendría muy bien. Aunque no puedan ir a los parques y aunque no puedan estar en compañía de otros niños, que querrán estar con ellos, habrá que explicárselo muy bien, y ellos lo entenderán», subraya Ollero.

Beneficiados colaterales

Pero, además de niños y niñas, tanto Soler como Ollero deducen que esta posible medida tendría unos grandes beneficiados colaterales: los padres y las madres. «A los mayores les servirá para normalizar lo que es pasear sin un objetivo concreto. De momento, cada vez que salen van directos a la farmacia, al supermercado o a tirar la basura, y vuelta a casa», indica Ollero.

«Nuestra experiencia de estas semanas nos dice que lo están pasando bastante peor los mayores que los niños», mantiene Soler, que insiste en que los pequeños y pequeñas de la casa «tienen una resiliencia brutal». «Dentro de las necesidades y los derechos básicos de la infancia les hemos quitado la libertad de salir a la calle, pero el resto se los estamos dando en mayor medida. Les estamos quitando el estrés, los más pequeños gozan de una mayor atención de sus padres€ Todo ese extra tiene mucho para valor para ellos», argumenta el psicólogo.

Eso sí, hay dos factores que, según apunta Soler, estarían alterando esos «extras»: «Los problemas que estamos detectando tienen más que ver con la falta de atención de los padres que están sobrepresionados por sus empresas durante el teletrabajo y la saturación de deberes que están mandando algunos colegios, cuando ahora la prioridad no es esa», advierte.

No obstante, Soler insiste en que, aunque no se hiciera efectiva esta revisión del estado de alarma, el confinamiento «no necesariamente tiene que implicar un trauma» para los menores. ¿Dónde está la clave para que no les afecte negativamente? «En que se les trate con amor y respeto. Si hay un trato que no es el adecuado, sí que se pueden generar problemas», sostiene.

Deseosos, pero también cautos

Entre los progenitores hay posturas de todos los colores. Los hay que desean con ansia que llegue el momento en que puedan salir «a que les dé un poco el aire». Es el caso de Eva y Miguel, que aseguran que tienen a sus dos hijos, un niño de 5 años y una niña de 9, «que se suben por las paredes». «Ojalá acabara esto cuanto antes, pero si no puede ser, que al menos tengan ese rato para airearse», anhela Miguel, que explica que, mientras tanto, ha adaptado el pequeño balcón del que disponen en su hogar para que los pequeños de la casa puedan disfrutar de la luz solar.

Su hijo es mucho más pequeño, tiene 13 meses, pero Lola y Diego también esperan poder darle una pequeña vuelta. «Aunque sea simplemente rodear la manzana en el carro», apuntan. «Está claro que no le dejaremos tocar nada de mobiliario urbano ni iremos al parque, pero creo que el sol puede ser bueno para él», mantiene Lola.

La nota en discordia la dan Sergio y Beatriz. Sus hijos tienen 7 y 10 años. «Aunque se pueda no vamos a salir. El virus es muy peligroso y también afecta a los niños. Ya lo he pasado muy mal con dos neumonías que cogió el mayor, y prefiero esperarme a que todo sea más seguro», explica Sergio. Eso sí, cuenta que dispone de una gran terraza en la que el sol y el espacio no les falta: «Cuando se agobian salimos ahí y pueden estar todo el tiempo que quieran jugando».

Otras noticias destacadas del coronavirus

-Coronavirus Valencia | La pandemia deja en el aire el cribado de cáncer de mama y colon

-Últimas noticias sobre el coronavirus en Valencia

-CURVA CORONAVIRUS | ¿Hemos alcanzado ya el pico?

-Excusas para salir de casa

-Desolación tras el mostrador: "el mercado ya no parece el mercado"

-El puerto de Valencia, a pleno pulmón