Fue la imagen de los sanitarios durmiendo en los pasillos y en las mesas que en otro tiempo fueron de reuniones lo que impulsó a estos dos amigos a remodelar contenedores de mercancías en espacios de descanso y aseo para todas y cada una de las personas que trabajan en esta crisis sanitaria. El primer espacio se ha instalado en el hospital de campaña instalado junto a La Fe, pero hay otros dos que esperan su destino.
La idea se les ocurrió a Santiago Máñez, director ejecutivo de Dysama, y a Fernando Ponce, de Ponce Tecnología Industrial, los que coincidieron en las instalaciones de el antiguo centro sanitario de La Fe, donde participaban en la rehabilitación. Allí tomaron un café y convinieron una vía de colaboración en esta crisis sanitaria: Ponce adaptaría un contenedor como espacio habitacional y Dysama pondría los suministros de baños y cocinas.
«Le dimos vueltas y vimos que había una carencia de espacios de descanso. Se nos ocurrió transformar un contenedor de transporte marítimo, adecuarlo y vestirlo en una sala de dispersión, ya sea para descansar, dormir o comer algo», explica Máñez.
El primer resultado ya está instalado en los terrenos adyacentes al nuevo hospital La Fe, donde está situado el hospital de campaña. Dada la emergencia, probaron con uno que ya estaba en activo en la nave de Ponce Tecnología, en Utiel, donde se usaba como sala de reuniones. «Lo desmontamos y lo llevamos», explica Ponce. Todo ello en cuestión de horas una vez fue aceptada la oferta por parte del coordinador de la Conselleria de Sanidad y del representante de La Fe. Allí se ha mantenido su uso y según explica Máñez, en los 30 metros cuadrados que tiene el espacio es desde donde se gestionan y coordinan todas las tareas y la planificación del hospital de campaña.
Los otros dos contenedores que estarán listos para el viernes son zonas de descanso. Un arquitecto ha dividido el espacio en dos zonas: una sala de estar y una habitación con doce camas. A falta de una confirmación definitiva, también irán destinados al hospital de campaña, según pudieron saber ayer los dos impulsores.
Sin embargo, Mañez y Ponce no han estado solos. Pidieron colaboración a otras empresas con las que habitualmente trabajan y la respuesta ha sido abrumadora. «Esta mañana [por ayer] nos han donado seis botes de pintura antibacteriana y un pintor está trabajando gratis. Además, una fábrica nos ha dado todos los aislamientos para las paredes y una empresa de escayolistas nos va a poner el pladur, además del electricista, que nos ha hecho las instalaciones gratis», explica Máñez. «Hasta una profesora de Bellas Artes se ha prestado para pintar el exterior», reconoce. Dada la parálisis del sector de la construcción, «hay muchas manos que nos han podido ayudar».
Ahora, los socios están entablando contactos con Madrid para ver qué necesitan allí y si pueden ayudarles. «Cuando todo esto pase, nos gustaría que los contenedores se los quedaran asociaciones a las que pudiera hacerles falta», señaló Máñez.
