Ser actividad esencial en estos momentos de zozobra no es sinónimo de prosperidad garantizada. Sobrevivir al verano va a convertirse en el objetivo para un buen número de hornos valencianos a los que la crisis del coronavirus le ha estallado en el momento más inoportuno del año: sin Fallas, sin Semana Santa ni Pascua, este oficio tradicional ve estos días cómo se escapan los ingresos que se convierten en sustento durante los meses que se avecinan, un valle en el año hasta llegar al otro pico, el que va de octubre y Sant Dionís a la Navidad.

«Para el sector de pueblo, de València, esta es una de las fechas más importantes para poder sobrevivir al verano porque a diferencia de todo el Mediterráneo, aquí no tiene tradición la coca dolça con que se celebra Sant Joan. La fractura para el sector en números es espectacular: al que menos le va a caer la faena un 40%; a otros, los que tienen mucha pastelería o están muy enfocados a la hostelería (por servir a bares o restaurantes) les ha caído hasta el 90%», resume con crudeza Juanjo Rausell, presidente del histórico Gremi de Forners y dueño del negocio familiar La Tahona del Abuelo, con varios establecimientos en València.

El paisaje que está dejando la Covid-19 es el de unos sectores económicos devastados; o seriamente afectados en el mejor de los casos. Es lo que está ocurriendo con la panadería, pese a que, como proveedores alimentarios que son, se trata de una actividad esencial.

Pero lo cierto es que, con la salvedad de las cadenas de supermercados y sus proveedores, no está quedando tejido empresarial intacto. Según datos del Gremi de Forners, 19 establecimientos de València ciudad se han tenido que acoger a expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), afectando a 106 trabajadores. Cabe destacar que el tejido está formado, esencialmente, por negocios familiares, un hecho que quizá ha reducido la cantidad de casos que se han acogido a esta vía facilitada por el Gobierno durante el estado de alarma.

«Estamos sobreviviendo con lo que entra. Pero entre que se aconseja a la gente que no salga a comprar todos los días y que nosotros no tenemos el reclamo de la variedad de producto de los supermercados, se ha desviado la compra del pan y bollería a los supermercados. Nos defendemos como podemos», resume Rausell.

Él mismo ha tenido que recurrir a la herramienta del ERTE. En este punto, el dirigente gremial valenciano reclama al Gobierno que para los negocios que se han acogido al ERTE parcial también se tendría que bonificar la cuota de la Seguridad Social, algo que no ocurre y por lo que está luchando desde Madrid la patronal española del sector Ceoppan.

Básicamente, se aspira a que los horneros también puedan acogerse a los ERTE por causa de fuerza mayor. Igualmente, se reclama que el sector pueda entrar en las ayudas a la liquidez articuladas a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO).

Y es que vienen largos meses, tras esta campaña de Semana Santa y Pascua frustrada, que normalmente aporta a un negocio un 15% de sus ingresos anuales como término medio a base de panquemados, coca de panses i anous y la tradicional mona de Pascua. En el mejor de los casos, piensa Rausell, la situación social podría haberse normalizado tras el verano, cuando llega la otra gran campaña, la del 9 d'Octubre. Hasta entonces, y con los colegios cerrados, la única posibilidad de incentivo para el sector pueden ser las Fallas reprogramada para julio, algo que tampoco se ve como seguro hoy por hoy.

Reconversión del sector

Y ¿qué espera al sector tras esta crisis? «Va a haber una reconversión del sector por necesidad», vaticina Rausell, más a título personal que como dirigente gremial. «Esto puede dar lugar a nuevos hábitos de compra. Se va a extremar hasta el máximo la higiene y la seriedad en los puntos de venta. Pienso que la panadería se va a replantear cosas. Van a disminuir las cafeterías en los establecimientos, que nos han dado más problemas que otra cosa. Y pienso que quizá habrá sinergias interesantes a la hora de producción. Tener 200 o 300 fórmulas al año igual no es tan rentable para un negocio. Puede haber intercambio de productos para rebajar costes», reflexiona el presidente del Gremi.