No está claro si la epidemia va a suponer un repunte de feligreses o de vocaciones, pero en el caso de la Iglesia católica algunos indicadores son sorprendentes, como el aumento en las audiencias televisivas, desde la misa dominicales hasta las apariciones del Papa esta Semana Santa, como ha puesto en evidencia un reciente estudio de la Universitat Oberta de Catalunya. En tiempos de incertidumbre, la Iglesia «reaparece» ofreciendo un mensaje de esperanza que se mantiene invariable desde hace más de dos mil años. Y parece que los creyentes sobrellevan mejor esta situación que los ateos o agnósticos.
En Gandia, como ha sucedido en otras localidades, al poco de decretarse el estado de alarma, algunos vecinos empezaron a colgar balconeras encomendándose a algún santo o al «Ecciamet», una de las imágenes más veneradas en la ciudad. Las campanas tocan a las doce, hora del Ángelus, como invitación de la Diócesis a rezar por los afectados, víctimas, enfermos, sanitarios y sacerdotes.
Los cofrades se han quedado en casa pero han logrado reunir 12.000 euros en una donación extraordinaria que la Junta Mayor de Hermandades destinará a Cáritas, Cruz Roja y el Centro de Acogida San Francisco de Asís, tres entidades con las que mantiene vínculos durante todo el año, para paliar las consecuencias socioeconómicas de la emergencia sanitaria
La epidemia también ha servido para que la Iglesia en la Safor se ponga al día con las nuevas tecnologías, un territorio poco explorado hasta la fecha en esta comarca. Ante la llegada de la Semana Santa, la Colegiata de Gandia llegó a un acuerdo para retransmitir las principales misas, que después se han compartido en las redes sociales. Además, la parroquia de la Sagrada Familia puso en marcha una cuenta en Youtube para retransmitir la eucaristía dominical que ya supera los mil suscriptores.
Y los sacerdotes también están viviendo de una manera especial estos días. Desde hace un mes el Arzobispado de València ha estado dando instrucciones sobre la manera en la que celebrar los oficios e impartir los sacramentos para evitar contagios, y cuando se reabran los templos al público los curas sin duda deberán adoptar más medidas de seguridad.
El padre Erivelton (35 años) es uno de ellos. Forma parte de la comunidad de cuatro religiosos, todos de origen brasileño, que custodia la iglesia del Beato Andrés Hibernón, una figura que supera con creces, en devoción popular, al patrón de la ciudad, Sant Francesc de Borja. No es parroquia, depende de la Colegiata, y sólo se celebran bodas, una decena el año pasado.
El propietario del templo es el Ayuntamiento, que se hace cargo de los gastos corrientes. Los sacerdotes brasileños relevaron hace un par de años a tres religiosas franciscanas, que por su avanzada edad no podían ya encargarse del mantenimiento.
«Hemos vivido una Cuaresma y una Pascua atípica, sin duda, pero restauradora, porque nos ha servido para hacer una pausa, reflexionar, rezar por los enfermos, los fallecidos, y por todos los que están luchando contra esta epidemia», señala. Y aclara que esto no es un castigo de Dios: «Es una prueba, una fatalidad, pero no podemos tener esa visión de un Dios punitivo, Dios es amor y es esperanza en la resurrección».
Añade que es momento de estar unidos, en familia, «de interesarse por nuestros padres y hermanos, y poner en valor ese concepto de Iglesia doméstica; también los sacerdotes vamos a salir renovados de esta experiencia, con una perspectiva distinta». Y recuerda el mensaje del papa Juan Pablo II: «No tengáis miedo porque el Señor nunca nos abandona».
Por otra parte, aunque la procesión en honor al Beato de este abril se ha aplazado, la misa se hará el 18 de abril a las 11.30 horas, a puerta cerrada, lógicamente, y se difundirá en directo por Instagram y medios de comunicación que quieran transmitirla. Y hoy, domingo de Pascua, las cámaras de À Punt se desplazan a la iglesia de Sant Nicolau, en el Grau de Gandia, para retransmitir la misa de Resurrección.
