Los aeropuertos no son inmunes a las mutaciones a las que la crisis del coronavirus está abocando a personas, empresas e instituciones. Manises vivió ayer una jornada que ejemplifica esta reconversión forzosa que está teniendo lugar en muchos sectores ante la pandemia que azota al planeta. Si a primera hora de la mañana el aeropuerto de València recibía un Antonov 124 con un nuevo cargamento de material sanitario procedente de China, por la tarde pedía pista para el despegue un Boeing 737 con destino Italia. A bordo, decenas de personas que estaban siendo repatriadas.

El aparato tiene capacidad para unas 180 personas, si bien Aena no pudo confirmar el número exacto de pasajeros. Sí confirmó que no es ni el primero ni el último, pues estos vuelos se vienen sucediendo «regularmente» durante las últimas semanas ante el cierre de fronteras decretado por muchos países de la Unión Europea. El aeropuerto reconoce que su operativa ante la actual coyuntura se limita a este tipo de vuelos de repatriación y a los de carga sanitaria y de ambulancia. Por ejemplo, la pasada semana se fletó otro, también de repatriación, pero en este caso desde el aeropuerto de Alicante-Elche y con destino a Islandia.

Operación retorno a cuentagotas

Según fuentes cercanas al aeropuerto de Manises, este último vuelo que partió ayer a las 15.50 horas tenía como destino Milán y Roma y estaba organizado por la embajada de Italia en Barcelona. Desde que el virus llegó a Europa, muchos países han emprendido una operación retorno de sus nacionales. Especialmente desde que varios gobiernos establecieran controles fronterizos que limitaban la entrada a transportistas y trabajadores a caballo entre dos países.