No lo fue todo, pero sí bastante en el Partido Popular, en una época de escasa separación Religión-Estado en el territorio valenciano. Exdelegado del Gobierno, expresidente de las Corts, exconseller, exvicepresidente del Consell, ex director general de la Policía Nacional... Juan Cotino ha muerto afectado de coronavirus y con él se entierra uno de los referentes populares con mayor influencia, sobre todo, en la etapa de gobierno de Francisco Camps. Un referente que, como en el caso de otros populares como el citado Camps, el expresidente Eduardo Zaplana o la exalcaldesa de València Rita Barberá, llegaron a tocar el cielo del poder, pero cuya estrella acabó por apagarse por el propio desgaste de la gestión y por quedar contaminados por asuntos turbios de corrupción.

Su poder, es verdad, hace tiempo que había ido a menos. Dimitió como presidente de las Corts en 2014, ya durante el posterior Ejecutivo de Alberto Fabra, pero antes y después de Camps, con mayor o menor visibilidad, Cotino nunca dejó de moverse en el partido ni de estar muy bien relacionado. La puerta se la abrió el presidente del Gobierno, José María Aznar, al situarlo al frente de la Dirección Genera de la Policía en mayo de 1996, una puerta que él no cerró al marcharse para dar el salto a la política autonómica.

Miembro del Opus Dei, de aspecto campechano, trato cercano e incluso a veces socarrón, Cotino pasará a la historia en el PP por ser el máximo representantes del ala cristiana del partido, pero también por una carrera política no ajena a los escándalos de corrupción y que ahora su muerte deja encallados en los juzgados. De hecho, su última aparición pública fue el pasado mes de marzo para sentarse en el banquillo por el juicio de la visita del Papa y el desvío de dinero público a la red Gürtel. 2006 fue el punto de inflexión en la vida de un hombre que tuvo que ver como su sueño de traer al Papa Benedicto XVI a València con motivo del Encuentro Mundial de las Familias se truncaba en pesadilla por el accidente de metro que tan sólo unos días antes del evento religioso segó la vida de 43 personas. La gestión que el propio Cotino lideró con los familias de las víctimas del metro fue una de las cuestiones que más deterioró su imagen, una imagen que Jordi Évole y su famoso programa Salvados dedicado a la tragedia del metro paseó por millones de hogares españoles.

Cotino, nunca ocupó cargo orgánico de relieve en el partido, pero tampoco nunca lo necesitó ya que su influencia sobre quienes lideraban la organización era completa. Con la también fallecida y otro de los tótem del partido, Rita Barberá, (en cuyo primer gobierno fue concejal en 1991) pero sobre todo con Camps, que lo convirtió en vicepresidente, le dió la cartera de Bienestar Social y más tarde lo empujó a la presidencia de la Cámara Autónomica, una etapa de la que se hicieron famosos sus rifirrafes dialécticos con la entonces lideresa de Compromís en la oposición, Mónica Oltra, una de sus principales azotes políticos.

El 'padre Cotino' (cómo así era conocido cariñosamente en sus filas) siempre influyó o quiso hacerlo. La leyenda política hablaba de desencuentros constantes con Eduardo Zaplana, pero la total distancia en lo personal y en lo político entre ambos (uno liberal y libertino y otro conservador y pío) no impidió, según ha desvelado la investigación Erial, que estuvieran unidos en los presuntos negocios sucios. Y es que la faceta empresarial de Cotino es imprescindible para entender al personaje. La empresa familiar Sedesa (investigada en la trama Gúrtel y Erial) se adjudicó en su estapa de titular de Bienestar Social buena parte de las plazas de las residencias de la tercera edad que la Generalitat sacó a concurso. De su etapa como titular de esa área queda también la famosa ley de protección a la maternidad que pretendía dar derechos a los no nacidos y que el Botànic acabó derogando.

En el ámbito del partido, Cotino optó más por los circuitos informales que por los formales para situar a sus peones dentro de la organización o también en determinados puestos claves de gestión. De hecho, siempre hubo una cuota para el sector democristiano en las conselleries y en la listas autonómicas o del cap i casal. Las diferentes cuitas internas de liderazgo que ha vivido el partido, sobre todo en el ámbito de la provincia, siempre tuvieron un tercer actor, en la sombra. Con mayor o menos esplendor, Cotino controló la formación de cientos de militantes, sobre todo de Nuevas Generaciones, a través de la Fundación Luis Vives, que de una manera u otra ha logrado sobrevivir en tiempos de vacas flacas para el PP. Famosas eran también sus paellas en la alquería que el empresario agrícola (cuando se retiró de la política dijo que cultivaría caquis) tenía en Xirivella, donde comieron personajes ilustres como el propio Mariano Rajoy.