Después de las últimas semanas de cuarentena es innegable que el mundo, tal y como lo conocíamos, está cambiando. Y no solo porque la mayoría de sus habitantes está cumpliendo con las medidas de restricción social impuestas en objetivo de ganar esta guerra, sino porque incluso la naturaleza está siendo diferente de como la recordábamos hace solo unas semanas atrás. En Brasil, hace unos días, nacieron varios ejemplares de tortuga Carey, una especie casi extinta. En algunas playas de Filipinas, ante la ausencia de turistas, miles de medusas rosas se acercan a pocos metros de la orilla. Más cerca, en el archipiélago de las Islas Canarias, surgieron manadas de ballenas azules, durante los últimos días de marzo, acercándose a los puertos de Gran Canaria. Y, en Venecia, una de las ciudades más turísticas del mundo, varios delfines dejaron verse por los canales de la carismática urbe italiana. Quizá nuestro confinamiento está siendo la causa de estas curiosas y bellas apariciones. Mientras la ciudadanía está viviendo unos momentos de especial dureza, luchando contra una pandemia que está asolando el planeta, los animales parecen resurgir para recordarnos que, la naturaleza, a pesar de estar mostrándonos su faceta más cruel, también puede ser un síntoma de que conseguiremos vencer a este virus. Y, de la misma forma que los animales han vuelto a donde antes no solían estar, nosotros lo haremos en cuanto ganemos esta batalla.