La emergencia sanitaria generada por la Covid-19 es, también, un drama para miles de familias que hasta ahora, a veces con muchos apuros, podían cubrir sus necesidades básicas pero que ya no disponen de los recursos necesarios para ello.

Una prueba evidente de ello es el dispositivo de atención que se ha tenido que montar en muchas localidades que, en el caso de Gandia y Oliva, está gestionado por la Cruz Roja en coordinación con los respectivos ayuntamientos.

En Gandia prácticamente se han duplicado el número de familias, en su mayoría con menores, a las que hay que suministrar alimentos y productos de higiene personal. En estos momentos ya son cerca de quinientas, según datos facilitados por la Cruz Roja de esta ciudad. De esas, 190 ya eran atendidas antes de la crisis del coronavirus, pero el Ayuntamiento de la ciudad ha incluido ahora más de trescientas que se han quedado sin ingresos.

La movilización ha tenido que ser de tal calado que la Cruz Roja, con más de treinta voluntarios trabajando todos los días, ha montado un centro logístico en el mercado de la plaza del Prado que presenta una frenética actividad desde la semana pasada. Allí los alimentos básicos y los productos de higiene, muchos de ellos donados solidariamente, llegan por toneladas, pero apenas permanecen unos días porque las familias beneficiarias lo recogen en la misma puerta o el personal de Cruz Roja lo lleva a las casas de quienes o no pueden salir o es mejor que no salgan en estas circunstancias.

En Oliva también es la Cruz Roja, que trabaja coordinadamente con los Servicios Sociales del ayuntamiento, la que centraliza esta acción, y las familias a las que se tiene que suministrar productos alimenticios o de higiene ha pasado de las sesenta al centenar desde el inicio de la pandemia.

En municipios más pequeños la situación no es diferente. Varios alcaldes han señalan que han tenido que redoblar las ayudas a aquellas familias que han dejado de ingresar dinero porque todos sus miembros se han quedado sin trabajo.

ERTE y economía sumergida

Dos son las causas principales de esta emergencia social generada por el coronavirus. Por una parte, la pérdida de ingresos de miles de trabajadores que se han visto afectados por Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y que todavía no han cobrado las ayudas anunciadas por el Gobierno. Por otra, el confinamiento en casa al que obliga el decreto del estado de alarma ha supuesto un mazazo para cientos de familias que, de una u otra manera, viven de la economía sumergida, con ingresos «en negro» que ahora se han esfumado. Muchas de las personas que viven en esas circunstancias ya estaban al borde de la exclusión social, de manera que, sin ahorros de ningún tipo, no han tenido otra opción que recurrir a las ayudas de la Administración y de entidades humanitarias.

Toni Martí, presidente de la Cruz Roja de Gandia, narra a este periódico que nunca como ahora se había organizado un dispositivo de asistencia social básica tan extenso, pero también agradece la colaboración de muchas empresas que se han volcado enviando productos para que a nadie le falte lo imprescindible.

Además, todo este operativo se compagina con la asistencia para llevar medicamentos, traslados de enfermos en ambulancias o suministro a entidades benéficas, como centros de Cáritas, personas sin hogar, Centro de Acogida San Francisco de Asís de Palma de Gandia, o las residencias de menores de Beniopa y de Bonavista, en el Real de Gandia.