Tras un mes de confinamiento por el coronavirus (los últimos 15 de parón prácticamente total del sector económico de este país), los trabajadores no esenciales sin opción de teletrabajo regresaron ayer a sus ocupaciones en la Comunitat Valenciana. A pie de parada de bus, en la puerta de las estaciones de metro y de las grandes estaciones de tren y cercanías, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, junto a voluntarios de Protección Civil y Policía Local comenzaron a repartir 1,1 millones de mascarillas que el Gobierno ha destinado a los valencianos como medida de prevención contra la covid-19. La distribución continuará hoy.

La sorpresa (relativa) es que la mayoría de los trabajadores que usaron ayer el transporte público ya venían provistos de mascarilla. Pese a las dificultades para comprarlas, la población se las ha ingeniado para tener su propio elemento de protección ante el virus. Algunos caseros, otros más sofisticados, pero todos con el objetivo de ponerse a salvo de un posible contagio.

Desde primera hora de la mañana los trenes de Rodalies llegaban con los primeros trabajadores del área metropolitana a la Estació del Nord, la mayoría protegidos, pero muchos aprovechaban la ocasión para pedirle a la pareja de la Policía Nacional que se encargaba del reparto si podían llevarse una. No hay problema, había unas 3.000 para distribuir solo en este nudo de transporte, que incluye la estación del metro de Xàtiva y varias paradas de autobús de la EMT. Lo cierto es que las mascarillas repartidas son las más básicas, aconsejadas para un único uso.

Prácticamente había unanimidad entre la ciudadanía, el reparto masivo de mascarillas «era necesario». Para Pilar, trabajadora de Renfe, «es una iniciativa que está muy bien» y considera que se han distribuido «cuando ha podido ser». Muchos eran conscientes de la dificultad del Gobierno para aprovisionarse de estos elementos de protección, que han destapado incluso técnicas de piratería comercial entre los países para hacerse con los preciados cargamentos que salen de China. Quizá por ello, y aunque muchos trabajadores tenían mascarillas puestas o en casa, pedían una a los agentes. «Tengo mascarilla, pero es mejor tener algunas más», reconocía Pilar.

Héctor es un técnico de calidad de tratamiento de aguas que se reincorporó ayer al trabajo, y también dio su aprobación el reparto masivo de mascarillas. «He bajado del metro y, a pesar de llevar una, me han dado otra. Igual en mi caso se la podrían haber ahorrado para dársela a otras personas que no tengan, pero en todo caso me parece una medida muy apropiada, sobre todo para las personas que viajamos en transporte público», explicó este joven.

«Me parece muy bien»

Por su parte, Eduardo, un desempleado que llegó de Gandia y que tenía cita en La Fe para revisar un mecanismo corrector en su mano derecha, recogió su mascarilla en València «porque en Gandia no estaban repartiendo, al menos cuando yo salí», advirtió. «Me parece muy bien la medida del reparto de mascarillas, no me quejo de nada, sino todo lo contrario»,añadió.

Isabel se acababa de bajar de unos de los autobuses de la EMT, que siguen circulando vacíos. Llevaba mascarilla, pero también recogió otra del policía local que se la ofreció «por si acaso». Su análisis fue más desarrollado. «Pensaba que habría más gente en el autobús, pero va como el resto de los días, ya ves, sin apenas usuarios. Era necesaria la distribución de mascarillas porque son muy difíciles de conseguir y en algunas farmacias están a precio de oro. Tengo un amigo que las pagó a 14 euros», recordaba. Isabel, que trabaja en el centro, considera que el reparto «se ha hecho en el momento correcto». «La mayoría estábamos en casa, pero sí es verdad que ahora, si comenzamos a regresar a nuestros trabajos, es algo necesario», dice.