La emergencia sanitaria por el coronavirus se ha desarrollado en la Comunitat Valenciana en un clima de distensión y cooperación que contrasta con la crispación parlamentaria de los meses anteriores y con el ambiente generado en Madrid. Ximo Puig quiere que la atmósfera de unidad política se mantenga una vez que la curva de contagios y muertes ceda y comience el periodo de reconstrucción social y económica.

De momento, el esfuerzo continúa donde está desde el 14 de marzo: en paliar la crisis sanitaria, evitar un colapso del sistema, controlar la expansión de la epidemia y mitigar las repercusiones económicas y sociales de las medidas de contención aplicadas. Pero habrá un día después, complejo por la caída de la riqueza que se pronostica y las incertidumbres de la reactivación económica, y el president de la Generalitat considera que el escenario ideal sería prorrogar la unidad de acción política y con los agentes sociales. Significaría mandar un mensaje de tranquilidad y confianza a la ciudadanía.

La forma sería un pacto para la recuperación, equiparable a los nuevos acuerdos de la Moncloa que Pedro Sánchez intenta sacar adelante en España y que se van a articular finalmente desde el Congreso de los Diputados, con el riesgo de que el asunto derive en un debate interminable.

Puig, aseguran fuentes de su entorno, quiere prudencia, calma y avanzar poco a poco desde abajo y sin grandes fuegos de artificio. Esto es, no generar grandes expectativas con una escenificación de algo así como la oferta de unos pactos de la Generalitat (nombre hipotético) que puedan quedar luego en nada.

Presidencia considera muy probable que el jefe del Consell realice alguna alusión a este acuerdo por la reconstrucción en su comparecencia hoy ante la diputación permanente de las Corts para abordar la gestión de la crisis.

La idea es abrir la mano y reconocer la aportación del resto de grupos. En este caso, Ciudadanos lanzó hace unos días la propuesta de un pacto de esta naturaleza. «Necesitamos llegar a acuerdos amplios para dar una respuesta eficaz, consensuada y alejada del populismo», planteó el líder de la formación en la Comunitat Valenciana, Toni Cantó, el día 13.

El síndic de Cs inició la legislatura con el tono más duro contra el Consell en el hemiciclo, pero el partido acaba de sellar un acuerdo de gobierno con los socialistas en Torrent, quinta ciudad de la C. Valenciana, al tiempo que Inés Arrimadas se desmarcaba de la derecha española y ofrecía colaboración a Sánchez ante posibles acuerdos.

En el Palau insisten en que la estrategia pasa por evitar las prisas cuando la atención ha de estar aún en la emergencia sanitaria. Y por no obsesionarse con un consenso, que puede ser el horizonte ideal pero no el único. No obstante, «hay que ir viendo cómo se traba, si es posible, un pacto de forma natural», apostillan.

Un gran acuerdo por la reconstrucción, de consumarse, podría cambiar los esquemas de la legislatura, asentada en 2019 sobre la continuidad de la alianza de izquierdas a tres bandas (PSPV, Compromís y Unides Podem) que se hizo con el poder en 2015. El argumento es que la situación actual y la que se vislumbra durante los próximos meses es complicada y desconocida.

Un escenario de grandes pactos es, con todo, especialmente difícil en un panorama de fragmentación política. Sitúa en el foco no solo a la oposición (en especial a Cs y PP; la conducta de la ultraderecha es un enigma), sino también a los grupos del Botànic más escorados a la izquierda (Compromís y Unides Podem).