Hace unas semanas nuestras preocupaciones eran otras y era apremiante, por ejemplo, solucionar los problemas causados por Gloria y otros temporales en las playas para que los municipios turísticos litorales no se vieran privados de su principal fuente de ingresos. Ahora el turismo se enfrenta a un problema mucho más grave y en su salida se ven negros nubarrones, como los de hace un año, cuando la campaña turística fue perjudicada por una mala previsión meteorológica que se cumplió. En este contexto el trabajo elaborado para el gobierno de la Generalitat Valenciana por dos de los mejores geógrafos especializados en turismo, Fernando Vera y Josep Ivars, «El impacto del COVID-19 en la actividad turística de la Comunitat Valenciana», disponible en www.prospectcv2030.com/wp-content/uploads/2020/04/INFORME-TURISMO-Y-COVID19-CV.pdf, ofrece interesantes y necesarias reflexiones sobre la situación actual, en contraste con la crisis económica de 2008, en la que fue precisamente el turismo el que actúo como revulsivo. Lo más interesante de este informe es, no obstante, el difícil planteamiento de escenarios de futuro del turismo ante la pandemia, no ya para cuestiones más o menos coyunturales, sino por los nuevos hábitos de viaje y consumo planteados por la llamada «nueva normalidad». Hace unos meses el cambio climático y la guerra contra el plástico, contra lo desechable estaba en todo lo alto y ahora, aunque algunos relacionan cambio climático y Covid, e incluso ven el virus como una especie de castigo de la naturaleza, triunfa lo desechable por higiénico y en cualquier encuesta, desgraciadamente, este problema ambiental no aparece en la agenda de casi nadie. Los agricultores se quejaban de los bajos precios percibidos y ahora se ven revalorizados por todos, aunque, eso sí, los precios siguen siendo para ellos casi igual de malos. La investigación y los servicios públicos, sobre todo los sanitarios, son vistos por todos como no lo eran en la última crisis económica, pero faltará ver que pasa cuando el reajuste del gasto público afecte a distintas partidas y todos digamos ser esenciales y olvidemos los solidarios aplausos de las ocho. Curiosamente, la naturaleza en muchos lugares explota tras meses de lluvia y muchos por fin van a poder disfrutar en sus paseos de los espectaculares paisajes que ha dejado tanta lluvia, sin olvidar los problemas de cultivos abandonados causados por las a menudo absurdas limitaciones de movimiento impuestas a los agricultores, sobre todo a los no profesionales. Yo no creo en castigos de la Naturaleza porque ese absurdo sustituye a los castigos divinos que se argüían en otras épocas, ni creo en cambios de mentalidad colectivos en el que todos apreciemos lo que hemos perdido estos días porque dentro de cualquier normalidad, sea nueva o no, está volver a preocuparse por todo eso que ahora nos parecen tonterías.