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El coronavirus contagia al monedero

Las dudas sobre si las monedas pueden portar el virus y los avances de la digitalización de la economía van arrinconando los pagos con dinero físico

El coronavirus contagia al monedero

El coronavirus amenaza con cambiar la forma de vida de ahora en adelante. Y entre su lista de víctimas colaterales puede figurar algún que otro damnificado inesperado. Uno de ellos puede ser el dinero en papel (los billetes) y las monedas, que cada vez pesan menos en los bolsillos de los consumidores, mientras que otras formas de pago -como los medios virtuales- van ganando consistencia.

Las dudas sobre si el contacto con monedas o billetes puede transmitir el Covid-19 hicieron que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) se tuviera que pronunciar al respecto. Dijo que no hay peligro, pero recomienda lavarse las manos después de tocarlas. El Banco de España asegura que la posibilidad de contagio -en comparación con otras superficies- es bastante baja. Con ese panorama, los expertos sostienen que, pese a la amenaza, el dinero físico no desaparecerá. Al menos, no a corto plazo. Pero cada vez estará más arrinconado en la cartera. El proceso es imparable y parece que el coronavirus le está dando un empujoncito.

Señala el catedrático de Economía Financiera Francisco González que "la sustitución del dinero físico por el digital es un proceso al que llevamos años asistiendo y durante los últimos tiempos se ha acelerado". Y el coronavirus puede provocar que todo se acelere a partir de ahora. Sobre todo, porque hay ciertos estudios que no tranquilizan. Todo lo contrario. Un informe de la Universidad de Oxford señala que en cada billete de los que están acurrucados en la cartera viajan miles de bacterias. Y ya hay ejemplos palpables de las dudas que todo esto genera. Así, durante esta pandemia, por ejemplo, la empresa municipal de transportes de Madrid ha limitado los pagos en efectivo y muchos establecimientos de alimentos recomiendan lo mismo.

Así que con todos esos datos y vistos los antecedentes y el camino que iban tomando los medios digitales de pago, González considera que la actual crisis llevará a "muchas empresas y administraciones públicas a acelerar los procesos de digitalización y eso supondrá que se acelerará ese proceso de sustitución del dinero físico por el electrónico". Aunque eso no significa que debamos enterrar ya los billetes y las monedas. "Resulta difícil hablar de la desaparición del dinero físico porque existen razones que justificarán su permanencia entre nosotros durante un cierto tiempo", añade. Como, por ejemplo: "El tener un mínimo de fondos por razones de seguridad en caso de que existan fallos técnicos que de forma puntual nos impidieran realizar transacciones o la falta de confianza de los medios electrónicos que tienen algunas personas".

Aun así, medios electrónicos como el bitcoin o las formas digitales de pago -desde el móvil o la tablet- van ganando día tras día más adeptos. Daniel Díez García, asesor en estrategia digital y autor de un libro sobre el blockchain -la tecnología en la que se basan las monedas digitales más famosas, el bitcoin-, asegura que ahora mismo "se está experimentando con diferentes tipos de dinero que van desde el digital al inteligente, que es programable, o al gobernado por bancos centrales, por multinacionales o mediante software libre". De hecho, asegura que en China ya se están haciendo pruebas con una moneda digital DCEP con la que se empezará a pagar la mitad del sueldo de los funcionarios. O, incluso, señala que en Europa se está probando ya un euro digital, en el que están participando varios bancos e Iberpay (la Sociedad Española de Sistemas de Pago).

Si los medios tradicionales de pago tienen problemas por culpa del coronavirus, los virtuales y digitales tienen otro estigma. El de la seguridad. Díez reconoce que "no hay forma más privada de pagar que usando dinero en efectivo o con piedras y materiales preciosos", bromea. No obstante, reconoce que, aunque la cuestión de la seguridad ha mejorado mucho, el sistema aún no es perfecto. González añade que el dinero electrónico abre un debate sobre el equilibrio entre fraude y privacidad. Con él se acabaría la economía sumergida. "Pero eliminaría la privacidad de los gastos u operaciones realizadas", sostiene.

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