El deportista popular es un producto de la sociedad reciente. Desde hace décadas los hay. Los que hacían «footing», que luego fue «jogging». Ahora es «running». Y ciclismo, y triatlón... y nunca fueron tantos ni tan sofisticados. Con su indumentaria técnica, sus entrenamientos, sus clubes, sus foros especializados, sus planes personalizados y sus gadgets. Este casi grupo social tenía claro que el confinamiento era terrible y que ninguna de las gimnasias caseras que se han mostrado a lo largo de estas semanas era un sucedáneo aceptable para lo que tanto persiguen: la sensación de libertad y fatiga. Están tan relacionados entre sí, que el término ya estaba acuñado: sentirse «como un hamster». El que se sube a la noria de la jaula y gira y gira sin ir a ninguna parte.

No es de extrañar por ello que calles, plazas, jardines, montañas, parques, bulevares y paseos de toda la Comunitat Valenciana se llenaran ayer. Y también por eso, la impaciencia se demostró desde el primer minuto. Por ejemplo: la ciudad de València tenía el previsible aspecto fantasmal antes de las seis de la mañana. Ni un ruido, ni un movimiento. Pero fue llegar a esa hora, la que marcaba el desconfinamiento, y aparecer todos aquellos que han sido topos deportivos desde mediados de marzo.

Se temía este super-desconfinamiento. Pero la sensación general fue de mucha menos anarquía y descontrol que el pasado fin de semana, cuando se levantó el embargo de libertad a los niños. Más aún: si entonces tuvo que salir la vicealcaldesa Sandra Gómez a reprender conductas, ayer el concejal de policía, Aarón Cano, hablaba de «un comportamiento totalmente correcto» en ese tramo.

Deporte en el cauce del río desde primera hora

Deporte en el cauce del río desde primera hora

Pero la ciudad es muy grande y se contabilizaron diez propuestas de sanción. Y es que hay gente muy tozuda. La Policía Nacional fue especialmente celosa en repetir, una y otra vez por megafonía y cuando las manecillas se acercaban al final del plazo, que «¡a las diez tienen que estar en casa!». Voluntarios de la Fundación Deportiva Municipal hacían lo que podían: «Acabar de estirar e iros, que se están poniendo muy serios». Cano destacó que «se han guardado bastante bien las distancias de seguridad y las normas de higiene». También la concejala de Deportes, Pilar Bernabé, que fue de las que predicó con el ejemplo. «Hemos dado ejemplo de responsabilidad, civismo y solidaridad». El parte general de incidentes del 112, muy leve: algunas caídas de ciclistas y muy contadas lipotimias. El ambientazo de las primeras cuatro horas de actividad se transformaron en quietud cuando fue el turno de las personas mayores. Que, en muchos casos, salían por primera vez. Y poniendo en práctica una forma de comunicarse que seguramente llega para quedarse: hablar en corro, guardando distancias.

Los mayores salen a las calles de València 48 días después

Los mayores salen a las calles de València 48 días después

Las sensaciones, en todos los casos, coincidieron: abandonar el confinamiento fue liberador. Testimonios incontables. Ian Baldoví, residente en Alberic: «Creo que había mucha más gente que antes de que pasara todo». Javi Càrcel vive en Burjassot y optó por huir de las aglomeraciones: «Fui a un sitio tranquilo y muy pronto, pero luego sí vi más personas». Escenario diferente al de Benjamín Pérez (Tossal Nou): «En la montaña no me crucé con nadie». Carla Trénor se acercó a la playa: «Llegué hasta la Patacona, apuré». Por último, María Arastey (Villamarxant) fue tajante: «Recuperamos una parte de nuestras vidas».

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