Tras más de año y medio, por motivos de seguridad, el monumento sigue cerrado al público. «Felón» para unos y «Deseado» para otros, el rey Fernando VII bautizó como «Balcón de España» el patio de los Silos de Burjassot. Eso dicen que hizo el monarca en alguna de sus visitas a València después de prometer la defensa de las libertades de la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812, cuando se estableció el Trienio Liberal, y, posteriormente, liquidarlas para reinstaurar un régimen absolutista con el apoyo de los Cien Mil Hijos de San Luis,.
La calificación de «balcón» al «pati de Sant Roc» atribuida al borbón -independientemente de su veracidad - constituye una «instantánea» más del profundo cambio que, a partir del siglo XIX, el conjunto estaba experimentando en cuanto a la función para la que en el XVI, fue concebido: el almacenamiento de trigo. Lo que fue el «granero» del Cap i Casal -una de las infraestructuras económicas más importantes de España para la actividad comercial en el Mediterráneo- se convertía paulatinamente en un «atractivo mirador», ese espacio «sociocultural» que tras casi medio milenio y a pesar de sus heridas, sigue en pie en un colina.
Los Silos, en especial su «cuadrangular» explanada de 75 metros de longitud por lado -el «Balcón de España»-, comenzaba a tener «una imagen más de ocio que de negocio» ¿Acaso se hizo entre 1788 y 1806 la bancada perimetral del patio para «contemplar plácidamente» el trabajo de ensiladores o el trasiego de carros que cargaban o descargaban grano en los 'embarronats' -almacenes de superficie- junto a la ermita de Sant Roc y su 'pouet'?.
Como relata la historiadora Sonia Cano en su estudio «Los Silos de Burjassot», las reformas realizadas en el 'granero' en esas fechas «tendrían más bien un carácter ornamental». Y ya en el siglo XIX, «Burjassot iba creciendo y ganado importancia gracias al 'atractivo turístico' que daba el granero», y su ayuntamiento "decidió mejorar toda la parte del casco antiguo» como la parte trasera de los Silos. También el consistorio de València -como propietario- y el de Burjassot acordaron «la construcción de una nueva entrada y mejorar el aspecto estético del entorno», que se se convirtió en la principal.
A principios del siglo XX (1907) los depósitos cavados en el subsuelo del "pati de Sant Roc" dejaron de tener la función para la que se concibieron, aunque todavía conservaron un fin comercial hasta 1931.
