El desconfinamiento y la salida masiva de personas en determinadas franjas horarias está teniendo unas consecuencias muy negativas para los agricultores de Campanar y probablemente de otras zonas de la ciudad. Según dicen, los cientos de paseantes, deportistas, familias con niños y los perros están destrozando los campos, bien con pequeños robos de hortalizas o bien pisando los huertos recién sembrados, todo ello sin control alguno por parte de los responsables municipales. Tan enfadados están que si no se pone remedio a esta situación están dispuestos a cortar los caminos con sus tractores.

El eje de referencia es el camino de la Partida, que sale del cementerio de Campanar y hace un recorrido de seis kilómetros a través de la huerta. Se trata de un eje ancho por el que cada mañana y cada tarde circulan cientos de personas, pero lo peor es que «la gente se sale por los caminos que son exclusivamente de uso agrícola y ahí vienen los mayores problemas», explica Pep Benlloch, presidente de la Asociación de Vecinos de Campanar, que hace las funciones de portavoz del colectivo agrícola en esta ocasión.

«Es un auténtico descontrol. Aquí una alcachofa, aquí unas patadas, aquí unas cebollas, los niños por los caballones de las chufas recién sembradas, los perros pisando los campos... Es un desastre», relata Benlloch, que lamenta, además, que todo esto pase sin vigilancia alguna. «De vez en cuando pasa un coche de la policía, pero nada», dice.

El representante vecinal recuerda que los agricultores ya están pasando una época muy mala por la caída de los precios, de manera que esta situación viene a agravar más el problema. Así pues, pide más vigilancia policial o voluntarios que ayuden a controlar esta zona o cualquier otra medida que acabe con esta situación, porque si eso no ocurre los agricultores estan dispuestos a cortar los caminos con los tractores.

Educación y respeto

«Hay gente que destroza los campos simplemente por mala educación y hay quien va a robar», dice Benlloch. «El otro día un compañero pilló a uno con una bolsa de alcachofas y aunque llamó a la policía no vino nadie a ayudarle, así que lo tuvo que dejar ir».

Según dice, «que la gente vaya por el camino me parece bien, pero con un control». Hay que tener en cuenta que la chufa esta recién sembrada y que las cebollas se dejan tres días sobre la tierra para que sequen, con lo que es muy fácil llevarse las que quieran, explica. Pero es que además, «hay gente que escarba para sacar las patadas o que arrancan las lechugas». «Ya sabemos que no es todo el mundo, que son una minoría, pero necesitamos respeto y vigilancia, porque los labradores están encendidos», asegura Benlloch, que insiste en recordar que el camino de la partida tiene seis kilómetros de longitud y que, por tanto, «no es necesario invadir los caminos agrícolas para hacer daño». «Que pongan vigilancia y que esto se arregle», concluye.