Después de innumerables vuelos cancelados, esperar sin éxito que amaine la pandemia y se restablezcan los servicios internacionales en los aeropuertos, y sin una solución por parte de la Embajada española en Irlanda con las mínimas garantías sanitarias que no implique desplazarse hasta Londres, un grupo de cinco jóvenes, dos de ellos valencianas, han logrado fletar un avión privado con el que poder regresar a España junto a otros dos centenares de compatriotas atrapados en tierras irlandesas.

El avión, un Boeing 757 contratado a través de una empresa mediadora de Mallorca, parte desde Dublín esta misma mañana rumbo a Madrid. A bordo de él una decena de valencianos que tomarán luego el AVE tras pasar los rigurosos controles al aterrizar y que deberán permanecer catorce días en cuarentena. Entre los 208 españoles que hoy volverán a sus hogares hay 50 menores de edad, estudiantes, jóvenes que estaban trabajando de «au pair» o en la hostelería, traductores, y al menos dos ancianos a los que la crisis del coronavirus sorprendió en el país cuando estaban visitando a sus nietos.

«Al principio se reían de nosotros cuando pensamos en organizar un vuelo por nuestra cuenta, pero después de mucho esfuerzo y llamadas, vamos a poder volver todos a casa», reconoce Rosa Senent, una de las promotoras de este vuelo privado, estudiante de Benimaclet que estaba haciendo su doctorado en la Dublin City University sobre la violencia contra las mujeres en la prostitución.

Maya, la otra organizadora valenciana, viaja con su bebé de solo ocho meses y medio y su pareja. Trabajando ambos, sin apoyo familiar en Irlanda y sin perspectivas de que abran las guarderías, «estábamos a punto de desquiciarnos al no encontrar soluciones». Para el pequeño, nacido en la isla esmeralda, será su segunda vez en España.

La situación de muchos de estos españoles atrapados en Irlanda era ya crítica. Algunos habían sido despedidos de sus trabajos por el cierre de empresas y debían seguir pagando alquileres de entre 800 euros al mes, a otros como Paula, una joven de 20 años del Grau de Castelló, se le acababa el contrato de «au pair» y le habían cancelado su vuelo.

«La embajada tampoco nos daba soluciones», remarca la castellonense. La única opción es hacer vuelos con escalas con alta probabilidad de ser cancelados, provocando que algunos de los que lo han intentado tuvieran que pasar noches en aeropuertos intermedios, teniendo que regresar a Irlanda y sin que les reembolsen los billetes. «Quería volver a casa cuanto antes pero con unas garantías de seguridad».

Un vuelo solo para menores

Dada la gran cantidad de estudiantes menores de edad en Irlanda, la Embajada fletó un avión de repatriación el pasado 8 de abril, en pleno pico de la pandemia en España, sin haberse decretado el fin del curso y con riesgo de la no convalidación de los estudios, por lo que muchos padres decidieron que sus hijos permanecieran con sus familias de acogida y sólo viajaron unos cien menores. Es el caso de Isabel, con una hija de trece años que estudia en Irlanda segundo de la ESO, quien optó por que se quedará allí «por razones sanitarias y para no exponerla a un viaje incierto».

A través de grupos de WhatsApp estos cinco jóvenes, que no se conocían de nada, y que también se costean su billete, lograron reunir la gente suficiente para tratar de contratar un vuelo privado. «No esperábamos que nos regalaran nada, estamos todos en la misma situación de desesperación», aclara Rosa. Tras mucho esfuerzo y muchas conversaciones con las principales aerolíneas y agencias de viajes que requerían una razón social de la que no disponían, finalmente pudieron contratar con la empresa mallorquina Empty Leg un vuelo que está previsto que aterrice hoy en Madrid a las 14.55 horas. «Hasta que no esté en el avión no me lo voy a creer», admite la valenciana.

La compañía les puso como condición reunir un mínimo de 160 personas, por un precio por cabeza de 280 euros. Tras moverlo por redes sociales pudieron contabilizar hasta 145 españoles interesados y tras comunicarlo también a la embajada, que colocó un tuit informando de dicho vuelo por iniciativa privada, en apenas hora y media se llenaron las 208 plazas del avión.

Tanto es así, y ante la demanda de más españoles, la compañía mallorquina ha planificado otro vuelo que saldrá el 22 de mayo. Gracias a la iniciativa de estos cinco jóvenes, entre ellos dos chicas valencianas, muchos españoles podrán volver a sus hogares. «Hemos hecho feliz a mucha gente y lo que nos llevamos de toda esta odisea es haber trabajado en equipo para poder sacar adelante el vuelo», remarca Rosa.

Para Marta, otra valenciana que regresa hoy a casa, será un día doblemente especial. Cumple 27 años y «el mejor regalo es poder volver a ver a mi madre». Esta vecina de Burjassot estaba trabajando de «au pair» en Dublín. En su caso, cuando se produjo el inicio de la pandemia y la mujer de la casa donde estaba, que es enfermera, le dio la posibilidad de quedarse pero asumiendo los riesgos, la joven optó por irse a casa de su hermana, que vive al sur del país. «Tengo la suerte de tener a mi hermana aquí, y no tuve dudas, siempre pensando en mi salud». Ahora en el día de su cumpleaños, espera dar una gran sorpresa a su madre, quien no sabe que hoy regresa a casa.