Hay un bar en la calle Rodrigo de Pertegàs de València donde sirven unos almuerzos estupendos. Tortillas, la típica sangre con cebolla, magro con tomate o embutidos de primer nivel por su sabor tradicional. Se llama El Carro, lleva 20 años abierto y por primera vez en dos meses ha vuelto a tener cola para conseguir una mesa. El «esmorzaret» valenciano es casi una religión, una ceremonia que devuelve el sentido a la vida. Ayer fue un acicate para la hostelería. Nunca los bares desbordaron tanta ilusión y alegría al servir sus platos.

La C. Valenciana pasó este lunes al completo a la fase 1 de la desescalada y recuperó gran parte de su libertad. Los bares y restaurantes ya pueden abrir, aunque con limitaciones. De momento solo se permite el 50 % de las mesas si se asegura la distancia social. Podrán incrementar el número de mesas si los ayuntamientos lo permiten, siempre y cuando haya un aumento proporcional del espacio destinado a los peatones. Los interiores de los restaurantes se reabrirán en la fase 2.

El sol y las altas temperaturas acompañaron a este día tan esperado. La temporada no se va a poder salvar, pero los clientes están tan receptivos que la hostelería espera recuperarse poco a poco tras el drama económico que ha supuesto para el sector la cuarentena. Según datos de la Federación Empresarial de Hostelería de València, ayer abrieron en torno al 10 % de locales, una cifra que se irá ajustando a lo largo de la semana.

España es un país de bares y la autonomía valenciana es una de las que más locales tiene abiertos por número de habitantes, sobre todo en la costa. Muchos siguen cerrados porque, por las características de sus locales o ubicación, no pueden garantizar las medidas de seguridad. Pero la gente tiene tantas ganas de volver a vivir que ayer se reencontraron en las terrazas que ya han abierto. Es lo que ocurrió en el bar El Carro, del barrio La Creu del Grau de València. Sus mesas se llenaron a primera hora de la mañana y la cocina no descansó hasta la tarde. La media de espera para encontrar mesa era de algo más de 15 minutos. Pablo, su propietario, atiende a Levante-EMV entre carajillos, cañas, cafés del tiempo y una media sonrisa que ha vuelto a recuperar. «Una crisis como esta no la habíamos vivido, nunca me había encontrado con una situación parecida. Costará arrancar un poco pero lo tenemos que intentar. Nuestra clientela es fija y está respondiendo muy bien», explica esperanzado.

José Manuel tiene 81 años, muchas ganas de recuperar su rutina y es una de las personas que ayer buscaba mesa en este bar. «Hoy nos vamos a juntar cuatro amigos para almorzar, jugar al dominó y hablar de nuestras cosas. Somos amigos y vecinos de toda la vida. No hemos quedado ni nos hemos llamado, pero seguro que todos van a venir. En casa comes lo que quieres, he engordado estos dos meses cuatro kilos, pero no sabe igual. Mira, ahí llega uno de mis amigos, me voy a almorzar».

El placer de volver al bar no tiene edad. Celia, Mariola, Irene, Raquel y Sonia son cinco amigas de 22 años que ayer se vieron por primera vez desde el 13 de marzo en esta terraza. «Estamos muy contentas y nerviosas, de verdad qué alegría, es nuestro primer día juntas. Vamos a pedir bocadillos y cerveza, será la caña más merecida del año», cuentan mientras conversan sobre la nueva normalidad.

La recuperación de empleos

El sector de la hostelería pide rapidez a las Administraciones para que ningún local se quede atrás. Habrá que esperar más tiempo para visitar otros lugares sagrados del almuerzo, como el bar Alhambra de la calle Calixto III, que sirve las mejores tortillas de València, porque 9 de cada 10 locales de la C. Valenciana no han podido levantar la persiana de momento. Ayer muchos locales con amplias terrazas en barrios como La Petxina o Arrancapins seguían cerrados a la espera de que se relajen las medidas de seguridad.

Según datos de la Conselleria de Economía, desde el 12 de marzo hasta el 6 de mayo más de 64.000 empresas de la C. Valenciana han planteado despidos temporales. La mayoría de los trabajadores afectados se concentra en el sector servicios, con 54.864 ERTE que alcanzan a 277.333 personas.

La Bodeguita era uno de los pocos bares de la calle Juan Llorens de València que ayer se preparaba para volver a servir a partir de hoy sus legendarias croquetas de ciervo. «Tengo dos locales, pero uno no tiene terraza y no lo puedo abrir. Voy a rescatar a dos empleados del ERTE, pero seguiré pagando la seguridad social del resto de la plantilla con la confianza de que la gente responda bien y vuelvan todos los empleados. Trabajo mucho la barra y será difícil, pero tengo bastantes reservas. Ojalá sea así», razona su propietario.

Los locales con terraza de la playa de la Malva-rosa de València también se contagiaron ayer de ese estado de ánimo y se empiezan a ver en condiciones para dar la vuelta al daño irreversible de las últimas semanas. El paseo marítimo con más densidad de bares empezó a recuperar la normalidad con las terrazas llenas y la ilusión del primer día.

«De 17 trabajadores he podido recuperar a ocho más tres personas autónomas. Pensábamos recuperar solo a cinco, pero como la reacción del público ha sido tan buena hemos rescatado a más gente. Los clientes están muy receptivos, es genial. Nos piden la típica 'picaeta', arroz o fideuà. Queríamos bajar un poco los precios, pero ahora nos cuesta mucho más que antes mantener el negocio y no hemos podido», explica Ginés, del restaurante La Murciana. Ayer atendieron a cerca de 80 personas.

Marina Beach Club, uno de los locales de moda en València que combina restauración y ocio, ha trabajado intensamente en las últimas semanas para declarar su local libre de covid-19.

«Nuestro objetivo es proteger la salud de trabajadores y clientes. Les tomamos la temperatura y hemos puesto en marcha varios protocolos, como el del lavado de ropa de la plantilla o el uso de los baños. Ningún camarero accederá ya a la cocina y las bandejas no serán reutilizables. El local es grande y nos ha permitido reforzar la seguridad con garantías», matiza su propietario, Antonio Calero. Solo ayer atendieron a unas 200 personas.