Los conserjes de los colegios trabajan para que todo esté a punto de cara al futuro regreso a las aulas. Es, de hecho, el momento que más esperan ya que, como dice el alcireño Miguel Ángel Rubio, «no hay nada más tranquilo y triste que un colegio vacío». «Por mucho que te tomes esto como si fuera un mes de julio, en el que te dedicas a labores que no puedes hacer habitualmente, es muy triste no poder estar rodeados de unos niños que dan vida y que, además, valoran mucho nuestro trabajo. Esperamos que nos digan pronto que todo vuelve a la normalidad», añade Paco Masiá. En el caso de Rubio, que además tiene su hogar en el centro educativo, la soledad es aún mayor: «Como siempre hay algo que hacer, el tiempo pasa más rápido. De lo contrario, tanto tiempo solo en un edificio tan grande, se me caería encima», añade el conserje.