El Gobierno tiene una enorme capacidad para convertir sus anuncios estrella en marañas internas. Ocurrió recientemente con la autorización para que los niños pudieran pisar la calle, tras casi mes y medio de confinamiento estricto. El Ejecutivo dijo primero que los menores solo podrían a hacer las compras con sus padres y después rectificó, permitiendo que diesen paseos con sus juguetes. Ahora ha vuelto a pasar con la derogación de la reforma laboral, solo que este nuevo enredo tiene consecuencias políticas y sociales mucho mayores, provocando malestar en los sindicatos y los partidos aliados del Ejecutivo (como el PNV), un portazo de la patronal e incomprensión en las filas socialistas.

A última hora de la tarde del miércoles, el PSOE y Unidas Podemos llegaron a un acuerdo con EH Bildu para derogar de «manera íntegra», y antes de que decaigan las medidas sociales y económicas frente al coronavirus, la legislación que el PP aprobó en el 2012, que despojaba de derechos a los trabajadores y abarataba el despido. El anuncio, a cambio de que los 'abertzales' no votaran en contra de la prórroga de alarma, causó sorpresa. No solo por el concurso de EH Bildu (cuya abstención no era indispensable para extender el régimen excepcional), sino también por el alcance y los plazos para la modificación.

Rectificación de madrugada

Los socialistas han mantenido tradicionalmente que la derogación no podría ser total porque lo contrario provocaría un vacío legal. Así quedó reflejado, aunque con una fórmula vaga, en el acuerdo firmado por el Gobierno de coalición. Casi cuatro horas después del anuncio, al filo de la medianoche, llegó la rectificación por parte del PSOE.

En un comunicado, el partido de Sánchez aclaró que quedaba anulada la parte del pacto con Bildu y Podemos que prometía la derogación «íntegra», siendo sustituida por un enunciado más ambiguo, que habla de tumbar (sin etiquetas ni plazos) la reforma, y en concreto dejar sin efecto cuanto antes sus aspectos más lesivos: el despido por baja médica (que por otra parte ya no está en vigor), las limitaciones temporales de los convenios colectivos y la prioridad de los convenios de empresa sobre los sectoriales. Es decir, lo mismo que decía, punto por punto, el acuerdo de coalición entre Sánchez e Iglesias.

Fuentes de la dirección socialista justifican el cambio así: «Aceptamos incluir el término 'derogación íntegra' porque entendíamos que era lo que decía nuestro pacto con Podemos: los aspectos más lesivos. Pero después nos dimos cuenta de que estaba dando lugar a equívocos. Por eso matizamos». Equívocos, entre otros, del PNV, aliado fundamental para el Gobierno. También de los sindicatos y de la patronal CEOE, que exigen devolver la negociación de la contrarreforma al diálogo social.

«La derogación de los aspectos más lesivos de la reforma laboral tiene que ser pactada con los empresarios y sindicatos», intentó tranquilizar la portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra. Su mensaje no tuvo ningún éxito. Poco después, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, decidía suspender el diálogo social. «Que no sigan contando con nosotros», dijo en RNE.

Las diferencias

Para terminar de enredar el anuncio, el vicepresidente segundo volvía a primera hora de ayer a la casilla de salida, desmintiendo al PSOE: la derogación será «íntegra», porque lo válido es lo firmado con Bildu, no la aclaración de los socialistas. « Pacta sunt servanda [expresión en latín para dejar claro que lo pactado obliga]. En el acuerdo de Unidas Podemos con el PSOE para la legislatura y la investidura y el Gobierno de coalición no se habla de derogación parcial. Se habla de la derogación de la reforma laboral, y eso es un acuerdo de Gobierno de coalición. En el pacto que se firmó ayer, que firman los máximos responsables de los tres grupos parlamentarios, ese es el acuerdo», señaló Iglesias.

Sus palabras contrastan con la posición que ha mantenido hasta el momento la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de Unidas Podemos y muy cercana al vicepresidente segundo. «Técnicamente no es derogable toda la reforma laboral. Sería irresponsable hacerlo», dijo Díaz a finales de enero. Pero sobre todo, las manifestaciones de Iglesias chocaron con la parte socialista del Gobierno, empezando por el presidente.

Casi a la misma hora en la que el líder morado aseguraba que la derogación sería íntegra, el ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, uno de los dirigentes con más peso político dentro del Ejecutivo, decía lo contrario. El acuerdo alcanzado con EH Bildu, explicó , es solo para tumbar los «aspectos más lesivos» de la reforma laboral.

Mientras tanto, la incomprensión por cómo se ha gestado este anuncio crecía dentro de las filas del PSOE: en el grupo parlamentario y entre los barones. «La sorpresa es generalizada», reconocía ayer un importante diputado. «No sé a qué obedece ahora ese acuerdo innecesario e inconveniente con Bildu», dijo un miembro de la ejecutiva socialista. Fuentes cercanas al presidente de Castilla-la Mancha, Emiliano García-Page, explican que este se siente «dolido y perplejo» ante lo ocurrido.

El desconcierto entre los socialistas no solo se refiere a que en el pacto con morados y abertzales apareciese la palabra «íntegra», alejándose de la doctrina del partido. También incluye la presunta necesidad de pactar con Bildu. No tanto por el pasado de la formación vasca (heredera de Batasuna) sino por motivos de pura aritmética parlamentaria.

La prórroga de la alarma hubiera sido aprobada por el Congreso aunque los cinco diputados de Bildu hubiesen votado en contra. Obtuvo 177 apoyos, 162 rechazos y 11 abstenciones. Y por otro lado, si lo que se pretendía era acelerar la derogación de la reforma laboral en los términos suscritos por Sánchez e Iglesias cuando sellaron la coalición, al Gobierno le hubiera bastado llevar la iniciativa a la Cámara baja. «Hubiera salido adelante sin problemas, con los mismos votos de la investidura. Incluso con alguno más, porque ERC y Bildu, que se abstuvieron entonces, habrían votado a favor», reflexionaba ayer otro parlamentario.

Ábalos ligó el pacto con Bildu a la actitud del PP de Pablo Casado «Si el PP se instala en la negación, tendremos que recurrir a las otras formaciones políticas apelando a más responsabilidad», reprochó. Unidas Podemos intentó ceñir el acuerdo a la extensión de estado de alarma, asegurando que «clarifica los plazos» de la iniciativa.