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Un refugio cada vez con más amenazas

La política valenciana conserva una atmósfera respirable pese a la bronca en Madrid - Los pactos variables, el fondo de 16.000 millones, la reforma laboral y los favores a Euskadi sitian el "oasis"

Un refugio cada vez con más amenazas

Cualquier comparación entre el avispero que une el Palacio de la Moncloa con el Congreso de los Diputados y la política valenciana no resiste. El tono de los líderes de la oposición a la salida del encuentro ayer con el president de la Generalitat, Ximo Puig, es la mejor prueba. Aunque el ambiente se ha ido enrareciendo desde que el acuerdo valenciano de reconstrucción está sobre la mesa, la atmósfera es respirable. La duda es hasta cuándo resistirá la inmunidad, porque las amenazas con origen en el interior de la M30 crecen.

Isabel Bonig daba alguna pista a primera hora de la mañana, cuando afirmaba que el PP empieza a estar cansado de lealtad y va a hurgar en los contratos de la pandemia. No obstante, a la salida del encuentro con Puig, empleaba un tono conciliador, agradecía el informe económico recibido, reconocía el prestigio del IVIE y hacía suyas algunas de sus propuestas, lo mismo que el jefe del Consell. También el líder de Ciudadanos, Toni Cantó, valoraba el trabajo realizado por los expertos, así que, de momento, existe un pilar sobre el que construir un acuerdo político para la reconstrucción de la Comunitat Valenciana. La comisión empezará a entrar en detalles esta mañana en las Corts. Y posiblemente empiecen a surgir discrepancias.

Pero las que más amenazan la vigencia del oasis valenciano proceden de Madrid, como se vio el miércoles con las divergencias botánicas sobre la prórroga del estado de alarma. El contagio de la bronca con la oposición y la tensión entre los socios es elevado.

El guantazo a Ciudadanos en el Congreso de los Diputados al anunciar el Gobierno un acuerdo con EH-Bildu minutos después de obtener el voto de los naranja puede tener consecuencias en la actitud en Corts de este grupo, que durante la pandemia ha vuelto a votar proyectos al lado del tripartito progresista.

Cantó lo tiene claro. «No creemos que la C. Valenciana pueda quedar inmune», responde a este diario. «Hay tensiones dentro del PSOE, dentro del Gobierno central y dentro del tripartito. Creo que va a ir a peor». Y apunta a los privilegios económicos (últimos) concedidos al País Vasco y Navarra por el acercamiento a los herederos de Herri Batasuna, «los terroristas de Bildu», en palabras de Bonig a la salida del Palau.

Ese pacto con la izquierda independentista vasca tiene como motivo la derogación de la reforma laboral del PP y se ha convertido ya en un elemento incendiario entre PSOE y Unidas Podemos e incluso en el interior del socialismo. La patronal dio ayer un portazo al Gobierno, pero Presidencia de la Generalitat espera que esas llamas no traspasen el embalse de Contreras y que la CEV mantenga su disposición a los acuerdos con el Gobierno progresista valenciano. La sintonía con la patronal valenciana desde 2015 ha sido fundamental para la imagen de estabilidad y moderación que ha logrado ofrecer el Botànic.

A todo ese enrevesado paisaje dibujado desde Madrid se le une un clásico: la financiación valenciana, que va a tener un anticipo con lo que suceda con el fondo no reembolsable de 16.000 millones. Compromís ya ha demostrado con hechos y votos en el Congreso que quiere el liderazgo de esa reivindicación, aunque conlleve fricciones en la alianza valenciana. Fran Ferri lo decía ayer entre líneas tras el informe del IVIE: «Somos de los más vulnerables a la crisis por culpa de la financiación. Por eso Compromís defiende en Madrid la postura del Botànic, y nos gustaría no estar tan solos en ese objetivo».

Pero «defender una financiación justa no está reñido con ser responsable para salvar vidas», afirma la síndica de Unides Podem, Naiara Davó, que pide responsabilidad y unidad para «mantener la mayoría de progreso que garantice una salida diferente de la crisis».

Por tanto, los riesgos de contagio de la crispación de Madrid existen y son visibles. La medicina que receta Puig es mantener separada la vida del Consell de la de los partidos. Estos «no pueden vampirizar las instituciones», dijo ayer, en referencia al no de Compromís a la prórroga del estado de alarma. «Hemos de pensar en la próxima generación, no en siguientes elecciones», dijo el jefe del Ejecutivo, que alabó la actitud de todos los grupos y deseó que «se mantenga esta colaboración», porque «la sociedad no está tan enfrentada como parece». La distancia entre la realidad y el deseo se medirá estos días.

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