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La reactivación industrial y del tráfico disparan otra vez la contaminación

La estación de medición de Alzira detecta en un día picos de dióxido de nitrógeno que prácticamente duplican a los de las últimas semanas

La reactivación industrial y del tráfico disparan otra vez la contaminación

La desescalada va mucho más allá de hacer deporte, poder ir a los bares y toda una serie de costumbres que se perdieron con el confinamiento. También se traduce en un incremento de la contaminación. Pese a que los ecologistas mantenían un atisbo de esperanza y confiaban en que la pandemia cambiase los hábitos de la ciudadanía, los primeros datos no materializan ese deseo. La única estación de medición de calidad del aire en la Ribera se encuentra junto a la estación eléctrica situada en la carretera que une Alzira y Benimuslem. Sus registros ya apuntan a incrementos considerables de dióxido de nitrógeno en las horas punta que duplican los picos más elevados durante el encierro.

Si se comparan los datos de cualquier día del confinamiento más estricto con los de ayer la diferencia se observa al instante. Por ejemplo, el 31 de marzo, la estación alcireña detectó a partir de las 11,00 horas un pico máximo de NO2 (dióxido de nitrógeno, relacionado con la quema de combustibles fósiles y de otros procesos industriales) de 13 ?g/m³. Por su parte, el nivel máximo alcanzado en la mañana de ayer fue de 24, en concreto en la franja horaria de las 6,00 a las 8,00 horas, fácilmente vinculable al inicio de la jornada laboral.

Como ya adelantó Levante-EMV, la presencia de muchas de las sustancias contaminantes que se pueden detectar en el aire cayó hasta un 50 % durante el confinamiento. La reducción de la actividad industrial y de los desplazamientos en vehículos a motor supuso un alivio para la atmósfera. De hecho, recientemente el colectivo La Ribera en Bici-Ecologistes en Acció realizó un pequeño estudio en el que constataba esta circunstancia. La concentración media de NO2 durante el confinamiento fue de 5,9 ?g/m³ mientras que, durante los mismos días, en 2019 fue de 11,2 ?g/m³. «Por lo tanto hemos tenido una reducción del 47 %, casi la mitad», detalla la asociación. «Es un resultado coherente con el ocurrido en nuestras capitales pero inferior, porque la contaminación en los pueblos también resulta menor, y porque, además, la estación de control está en una zona agrícola, en vez de en el casco urbano», añade. Asimismo, apunta a una más que previsible reducción de la contaminación acústica y de los niveles de dióxido de carbono (CO2), aunque estas dos variables no cuentan con medidores en la estación ribereña.

Nivel de ozono

La agrupación ecologista también destaca en su análisis que, durante la cuarentena, el nivel de ozono (O3) también se ha reducido de manera significativa. «Durante el confinamiento hemos tenido 52,3 ?g/m³ de media mientras que en los mismos días del 2019 tuvimos 70,1 ?g/m³, de modo que se ha reducido en prácticamente un 25 %; además, este año no ha habido ningún día que se superaron los 100 ?g/m³, que es el máximo admitido por la OMS), mientras el año pasado se superó con creces durante dos días de este periodo. Curiosamente, el ozono estratosférico nos protege allí arriba de los peligrosos rayos ultravioleta pero aquí abajo, el troposférico, es un contaminante muy oxidante que agrava el asma, las infecciones y provoca serios problemas respiratorios, sobre todo a los niños, mayores y enfermos», apunta a continuación.

Pero la desescalada ha acrecentado nuevamente estos volúmenes. Se cumple, por tanto, el temor del citado colectivo ecologista, que ya aventuraba que la salida de la crisis sanitaria se traduciría en un aumento de la contaminación. Asimismo, advierte que esta circunstancia puede provocar «el empeoramiento de la salud y de los enfermos de la covid-19 que seguirán apareciendo». En ese sentido, insiste en la necesidad de «mantener buenas prácticas cívicas como la compra de productos de proximidad, el teletrabajo voluntario y la movilidad a pie o en bicicleta».

Efecto invernadero

Por último, La Ribera en Bici sostiene que este comportamiento «para desescalar bien y proteger la salud de la población» tendría otro claro efecto positivo: «Coincide con las soluciones necesarias para resolver la emergencia climática por una sencilla razón. El sector que más gases de efecto invernadero emite es el transporte, una reducción anual del 7,6 %, como la que se prevé que ayudaría a superar la crisis del clima».

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