Las mascarillas y los guantes se han convertido en unos complementos que desde hace más de dos meses forman parte de nuestra indumentaria. Desde esta semana, además, los protectores faciales son de uso obligatorio incluso en la vía pública siempre que no se pueda mantener una distancia mínima de seguridad. Se utilizan mucho y no todos los elementos protectores son reutilizables por lo que, inevitablemente, se convierten en basura. ¿Qué se hace, por tanto, con estos residuos que podrían estar contaminados por el coronavirus?

La respuesta es más sencilla de lo que parece: se reciclan. «Los protectores como guantes y mascarillas llegan al complejo de valoración de residuos domésticos de Guadassuar y llevan un proceso de reciclaje normal», explica Salvador Montañana, alcalde de la localidad y presidente del Consorci Ribera i Valldigna, encargado de la gestión de la basura en estas zonas geográficas. Evidentemente, que se recicle no implica que con estos desechos se vaya a fabricar otra cosa, si no que se pueden aprovechar para su valoración energética al convertirse en material CSR (combustible sólido recuperado).

Plan de contingencia

El Consorci ha tenido que hacerse cargo de material que, inevitablemente, ha estado en contacto con la covid-19. Por ello, sus trabajadores han extremado las precauciones hasta los niveles más elevados. «En teoría, todo el material que llega debería ser seguro. Pasado un tiempo en el que el virus no está en un organismo vivo desaparece, y por tanto se puede reciclar, pero aún así se ha activado un plan de contingencia, con el que contábamos desde hace tiempo, y que consiste en la partición de turnos para preservar tanto su salud como un servicio que es esencial», explica al respecto Montañana.

Instrucciones

El Consorci, al inicio de la pandemia, lanzó unas claras instrucciones con respecto a cómo gestionar los residuos en hogares con enfermos o, incluso, con casos sospechosos. La premisa era clara: Introducir todo el material que pudiese estar infectado en una bolsa de basura. Ésta se debía introducir, junto a guantes y mascarillas, en una segunda bolsa para, posteriormente, acabar en una tercera. Además se recomendaba mantener esta basura dos días en el hogar antes de lanzarla al contenedor gris para intentar que la posibilidad de contagio se acerque mucho al 0 %.

Montañana destaca el valor mostrado por todas las personas que se dedican a la recogida y al tratamiento de los residuos: «Estamos en un momento en el que, más de nunca, teníamos que ser muy escrupulosos, pero en muchos de nuestros municipios nos hemos encontrado guantes o mascarillas tirados por tierra. Los trabajadores que las retiran lo hacen con temor pero no fallan al resto de la sociedad y demuestran su gran profesionalidad cada día».