Día a día, como un cuentagotas, los pueblos van anunciando la suspensión de sus fiestas patronales. La actual situación, en la que no son nada recomendables las aglomeraciones y eso está llevando a los ayuntamientos a tomar decisiones que suelen ser muy duras por que rompen una tradición de decenas y decenas de años.

Los grandes damnificados de estas suspensiones van a ser las empresas del sector del espectáculo, las que llevan las orquestas, discomóviles, varietés y presentaciones por todos los pueblos de la Comunitat Valenciana.

En la comarca de la Safor hay varias de estas empresas con muchos años de experiencia y todas ellas auguran un futuro muy negro. «Es una ruina». Son palabras de Francisco Ruano, de Ruano Group, ubicada en Gandiay que ofrece todo tipo de servicios para el espectáculo. El empresario cuenta en su cartera con orquestas de primera línea como Seven Crashers o Titanic, que el próximo verano no van a hacer carretera. «Me lo están cancelando todo», asegura. Y no solo es lo que viene, sino lo que ya han perdido. «El aplazamiento de las fallas ha sido un desastre», asevera. El empresario, que en temporada alta da trabajo a «unas 60 o 70 personas», asegura que «entre marzo y abril he dejado de facturar 220.000 euros» y estima en otros 300.000 lo que dejará de ingresar con la cancelación de las fiestas de los pueblos. Con la crisis del coronavirus ha presentado un ERTE para la veintena de trabajadores a los que ocupa en temporada baja.

150 actuaciones suspendidas

Lo mismo le ocurre a Francisco Escrivà, de Producciones Platino, empresa con sede en l'Alqueria de la Comtessa. Sus orquestas (Platino, Gravity, Imagen, etc) no sonarán el próximo verano. «Se está anulando todo y no solo aquí. Mi representante de Albacete ya me ha dicho que la feria se ha anulado y en Madrid ya hace semanas que me lo anularon todo», explicaba a Levante-EMV. «La expectativa es poder aguantar la empresa hasta el próximo año y recortar todos los gastos que podamos para poder hacer frente a los que son necesarios», indicaba apenado. Escrivà, que en un día de verano puede mover hasta 70 personas entre músicos, técnicos y conductores, calcula que hasta el momento ha perdido «unas 150 actuaciones» entre orquestas y otro tipo de espectáculos que también ofrece a los pueblos y a las fallas.