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El abrazo pendiente entre Simat y Bruselas

Una vecina de la Valldigna que reside y trabaja en Bélgica cuenta las horas para reencontrarse con su familia a la que no ve desde hace casi tres meses

El abrazo pendiente entre Simat y Bruselas

Nerea Peris está viviendo la crisis del coronavirus en Bruselas, donde reside y trabaja como asesora legal en el Comité Europeo de Protección de Datos desde hace dos años. A esta vecina de Simat de la Valldigna le ofrecieron volver a casa antes de que se cerraran las fronteras y teletrabajar desde su domicilio, pero «tuve miedo por si salía de Bélgica rumbo a España y contagiaba a los míos». La cuestión es que estuvo en su hogar por última vez a principios de marzo y, desde entonces ya no ha vuelto a ver a su familia ni sabe cuándo lo hará.

La que más la echa de menos es su madre, Xaro Brines, quien explica que «mi hija sólo iba a estar seis meses en Bruselas gracias a una beca, pero le ofrecieron quedarse. Me siento orgullosa de lo que ha conseguido, pero cuando nos despedimos en el aeropuerto sentí un vacío muy grande en el estómago», explica. Para recordarla ha colocado adhesivos por diferentes lugares de su casa con algunas de sus frases y «cuando las leo, el corazón se me llena de alegría». Xaro también tenía previsto ir a visitarla a Bruselas durante esta primavera, pero «ahora no sabemos cuándo volveremos a abrazarnos. Todo ha quedado en el aire».

Como cualquier madre, Xaro sufre por la posibilidad de que su hija se contagie, pero Nerea no tiene miedo: «Le tengo respeto porque sé que se contagia muy fácilmente», apunta.

Nerea se informa de lo que ocurre en España, aunque «no me centro en las cifras porque me generan ansiedad y nerviosismo». Reconoce que las medidas adoptadas en Bruselas «no han sido tan estrictas. La gente ha podido salir desde el principio a pasear o hacer deporte con sus convivientes».

Todos los días habla con su madre y el resto de la familia para saber cómo están. «Echo mucho de menos a mis hermanos, a mi padre, a mis primas, a mis tíos y también a mis amigas porque la distancia pesa más debido a estas circunstancias», destaca.

Asegura que cuando pueda volver a Simat «lloraré como una magdalena y los abrazaré a todos», especialmente a su abuela, con quien realizará una maratón de películas antiguas como es tradición siempre que se ven.

Xaro admite que no tiene ningún plan para el día del reencuentro, pero «seguro que le daré todos los besos y abrazos que se han quedado por el camino, además de reír y cantar de alegría».

Cuando le preguntan por su hija dice que «siempre ha sido muy madura y, aunque esté en Bruselas, su corazón sigue unido a nosotros y late fuerte en Simat».

Nerea reconoce que no fue fácil separarse de su familia, pero «trabajar para las instituciones europeas es un sueño».

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