Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"En el confinamiento se ha visto lo importante que es readecuar la casa"

El sector de las Reformas cumple una primera semana de vuelta a la normalidad con la incógnita de hasta donde puede caer la demanda de obras - El parón por la pandemia llega después cuando se había superado la anterior crisis económica

"En el confinamiento se ha visto lo importante que es readecuar la casa"

Una de las imágenes que han marcado el paulatino regreso a la normalidad es el de un trasiego que había desaparecido del panorama de ciudades y pueblos en la Comunitat Valenciana: contenedores llenos de escombros, sacos de cemento en la puerta de los portales, ascensores forrados de cartón a pequeños montacargas en la vertical de los balcones. Es el sector de la reforma, que desde el lunes ya puede entrar nuevamente en viviendas y plantas bajas para reanudar aquello que quedó a medio hacer o lo que estaba programado antes de que todo se cortara de cuajo a mediados de marzo.

Las reformas se interrumpieron en el mismo momento en que entró en vigor el confinamiento. Cosa normal. Tan sólo se pudieron llevar a cabo las que tenían carácter básico para poder vivir. «No podíamos dejar, por ejemplo, una vivienda habitada sin cocina o sin baño» recuerda Javier Javaloyes, gerente de la firma especializada 3iHome. «Pero a partir de ahí sí que hubo que esperar. Los arquitectos han ido haciendo cosas, con teletrabajo... ahora sí que se ha vuelto de golpe. Nosotros, por ejemplo, tenemos seis reformas simultáneas», señala. Se pararon los trabajadores, que fueron carne de ERTE, pero también se paralizaron los impuestos, y la compraventa a los proveedores. Todo el enorme flujo económico que genera el sector.

Y no ha sido de las primeras actividades en regresar a la actividad. Lo ha hecho bastante por detrás de la construcción por razones obvias: el trasiego de materiales y de personas. No hace tanto tiempo, en los rellanos se apilaban (se sigue apilando) el calzado de «salir de casa». No es de extrañar que, con la reanudación de la actividad, el recelo continúe, aunque ahora ya esté amparado por la ley. «Estamos procurando dejar avisos, explicando nuestros sistemas de prevención».

En otoño, la realidad

Grandes, medias y pequeñas empresas, trabajan en este negocio transversal, que a primeros del pasado mes de abril calculó pérdidas sobre los 3.000 millones de euros. Ahora, con la recuperación del trabajo y el rescate de trabajadores sumidos en los Ertes, la ilusión por la vuelta a la actividad se combina con el miedo al futuro y a la incertidumbre. A que la gente eche para atrás reformas que tenía previstas. «Nuestra esperanza es, en todo caso, el fenómeno contrario: durante el confinamiento, la gente ha visto muchas cosas. Programas de cocina, de naturaleza... y de reformas. Ha visto lo importante que es readecuar una casa y puede que, por ahí, se anime tanto a afrontar una reforma como a no echar para atrás la que tenía previsto. Porque una reforma, al final, es calidad de vida. Realmente, nuestro futuro lo veremos de verdad a partir de otoño». Así opina Ramiro Carrasco, una de las numerosas medianas y pequeñas empresas que afrontan el nuevo mañana. «Ahora van a hacerse las cosas que estaban comprometidas. El que más, el que menos, da por perdido el mes de agosto. Y a partir de lo que nos depare septiembre es cuando tengamos una idea verdadera de a donde va el sector. Yo he tenido suerte de haber podido trabajar en locales antes de este levantamiento. Y también es importante llegar con la empresa saneada previamente. Pero las realidades en el sector son muchas», dice.

Objeciones del vecindario

Unas realidades condenadas a un nuevo futuro justo «cuando estábamos claramente en línea ascendente desde la anterior crisis». Ahora la predisposición puede ser mucho menor cuando en las economías domésticas entra menos dinero. Y todo acaba por convertirse en una espiral «porque nosotros, a su vez, somos clientes de muchas otras empresas: las de los proveedores». «Desde unos azulejos a un sanitario, pasando por un picaporte. De nuestro trabajo también dependen muchos polígonos industriales», comenta.

Las consecuencias de trabajar en el presente se notan en el día a día porque, por ejemplo, «ahora en los vecindarios ponen más objeciones. Quieren que todo esté plastificado». Está demasiado reciente el recuerdo de limpiar hasta la última bolsa de la compra. «Pero eso, en la práctica, en nuestro oficio, es difícil de concebir: ¿cómo vamos a plastificar cada saco de cemento?».

Lujos y necesidades

Opiniones de futuro las hay de todas las tendencias, pero la incógnita está lejos de despejarse. «En confinamiento sí que es verdad que había mucho pesimismo. Creo que tenderemos a una cierta normalidad» asegura Javaloyes. Un factor añadido para las dificultades «por ejemplo, es el de que los niños no puedan irse de campamentos o escuelas de verano». No es una cuestión baladí: «para una reforma, lo normal es poder hacerlas sin niños por medio. Eso creo que puede retraer tanto como la cuestión de estar o no en afectado por un ERTE». Apela a las necesidades básicas. «Si se te cae el alicatado, no vas a dejar de hacer la reforma. Este es un sector que no sólo son mejoras. También son necesidades de calidad de vida», desgrana.

Compartir el artículo

stats