Desde hace unos días y hasta finales del mes de julio algunos lugares del mundo no dejarán de ver el Sol durante las veinticuatro horas del día. Estas fechas son cambiantes en función del punto geográfico pero, a medida que se acerca el solsticio de verano, este fenómeno es común en todos los lugares más cercanos al círculo polar ártico.

Mientras en España nos acostumbramos cada año a que nuestros días sean algo más largos a medida que nos acercamos al verano, en algunas localidades de Noruega o la región de Laponia, se acostumbran a que la noche de paso al día, después de meses sin ver al astro Rey. Las particularidades en la forma de vida de estas regiones son tan distintas que, incluso en la isla de Sommaroy, decidieron hace un año eliminar por completo los relojes y adaptar sus actividades diarias en función de esta particularidad, pues solo es de día durante 73 jornadas al año.

Adaptarse a unas circunstancias tan excepcionales, sobrevivir entre la noche polar y el Sol de medianoche posee una proporción directa entre la belleza del fenómeno y la dureza que supone el mismo para los seres humanos. Muchos de ellos suelen viajar a otras regiones durante esta época. Otros se han adaptado. Y la mayoría ha cambiado sus rutinas para favorecer una mejor habituación a uno de los escenarios más complejos del planeta.

De la misma forma que muchos de ellos se acercan a algunas regiones como las zonas de costa o los archipiélagos españoles para disfrutar del día y la noche, en cuanto sea posible, ya sea este año o el próximo, quizá merezca la pena descubrir este espectáculo natural y aventurarse a vivir varios días a la luz del Sol.