Un estudio desarrollado por la Asociación de Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) señala una reducción del 40 % en el tratamiento del infarto durante el estado de alarma y advierte de que el tiempo de intervención ante determinadas patologías puede resultar esencial.

«Se está viendo que el miedo a contagiarse de covid-19 lleva a muchos a retraerse ante la necesidad de acudir al hospital o a una consulta médica ante determinados síntomas o para el seguimiento de enfermedades que precisan control médico», advierten estos expertos en un comunicado.

«La situación es preocupante porque aumenta el riesgo de mortalidad, ya que no es que se produzcan menos infartos, sino que no se acude a los centros hospitalarios en cuanto aparecen los síntomas. Y precisamente la atención temprana es vital, literalmente, en este caso, porque aumenta las posibilidades de supervivencia. Además, una intervención rápida puede reducir secuelas y favorecer la recuperación».

En este sentido, «existen complicaciones de salud denominadas tiempo dependientes, es decir, que se establece un tiempo acotado para intervenir y reducir las secuelas. En el caso de los infartos, por ejemplo, una actuación durante los 90 minutos posteriores a la obstrucción de la arteria que se ha producido puede eliminar el daño en el corazón», explica Pedro Rollán, director médico de Vithas Valencia 9 de Octubre.

Sin embargo, «la tardanza en la intervención puede llevar a una pérdida en la capacidad de contracción del corazón de hasta un 40 %». De igual forma, en el caso de los ictus, existe una ventana de actuación limitada en el tiempo para tratar de disolver el coágulo.

Durante estos meses también se están viendo complicaciones en patologías que hasta la pandemia tenían fácil tratamiento, como apendicitis, que llegan ahora tras un período de evolución.