Fue una mujer de bandera. De esas que no pasan desapercibidas, de las que llenan una sala solo con su presencia, con facilidad de palabra y buen carácter. Se llamaba Pilar López Soler y falleció el pasado 27 de marzo tras una dura enfermedad que, sin embargo, aceptó sin quejas ni lamentos y con la fortaleza de quien sabe disfrutar de la vida y de lo que ésta dictamina.

Pilar López Soler siempre tuvo inquietudes por aprender. Y así, en una época donde las mujeres solo tenían como opción futura la costura o los quehaceres del hogar, ella estudió dos carreras (piscología y pedagogía) en Madrid y Barcelona, fue número uno de la promoción de directores escolares 1966, dirigió durante años en Grupo Escolar Ballester Fandos en la Malva-rosa, trabajó como psicóloga para la Administración (Prop), dio conferencias, publicó artículos, recibió premios (uno nacional de literatura y otro extraordinario de la Svpap), fue vicesecretaria de Conferencia Club (una entidad que reunía a grandes conferenciantes en València) y, ya jubilada, escribió dos novelas.

Pilar tuvo una amiga del alma, una mujer con la que compartió una vida de amistad y que ahora abre su corazón y sus recuerdos para que Levante-EMV rinda homenaje a su amiga Pilar. Ella es Elena Enguix Samper, nieta de Ricardo Samper, el que fuera alcade de València y presidente de la II República. Elena no quiere protagonismo alguno. Solo quiere que la vida de su amiga, «una mujer excepcional, la número uno», quede para la posteridad. Porque un buen día, y casi por casualidad, las dos mujeres fueron presentadas por una amiga común. La conexión fue inmediata. Y así, la que fuera nieta de un jefe de Estado y la que lo era de un guardia civil, juntaron sus destinos para siempre. Y es que hay amistades que son la familia que se elige.

«Pilar tenía un carácter extraordinario. Siempre tuvo inquietudes por aprender. Con 3 años, leía y escribía perfectamente. Sus calificaciones eran inmejorables. Los profesores de la universidad se la rifaban, todos querían que se quedara con ellos. No era especialmente guerrera, pero sí muy luchadora. Era muy tolerante, muy buena comunicadora y muy religiosa», explica Elena. Y apostilla: «Era muy religiosa, muy devota de la Mare de Déu... pero no beata».

Elena destaca el «valor intelectual» de Pilar. Y explica cómo, en aquellas ponencias de Conferencia Club «todo el mundo esperaba sus presentaciones y hubo conferenciantes de muy alto nivel. Era una mujer maravillosa. Si ella hablaba, era imposible no prestarle atención».

Una gran amistad

Las dos mujeres trasladaron su gran amistad a sus familias. Se fueron juntas de vacaciones en innumerables ocasiones y, ya en 2002, decidieron vivir juntas. «¿Qué hacíamos, solas, cada una en nuestra casa? Desde el 2002 compartimos hasta vivienda. Hasta ese momento las dos cuidamos de nuestras respectivas familias. Pilar, incluso, se presentaba por libre a los exámenes porque no quería dejar solos a sus padres. Su padre falleció en un accidente y ella se quedó con su madre hasta que murió la mujer. Nunca quiso dejarla sola», recuerda Elena.

Pilar López Soler era coqueta y muy elegante. Tuvo varios pretendientes pero decidió vivir sin pareja. Fue una avanzada a su tiempo, una mujer con mucha vida cultural y un gran carisma a la que le «hubiera gustado ser periodista». «Su ausencia es una gran pérdida, hemos estado juntas toda una vida», concluye. Quede este reportaje como un homenaje a su recuerdo.