La pandemia originada por la covid-19 ha alterado la vida diaria de los hospitales. Poco a poco, los centros médicos van recuperando la normalidad y Levante-EMV y el Grupo Vithas han celebrado un webinar para abordar cómo se preparan los centros médicos ante el regreso a la actividad. En el encuentro telemático participaron los doctores Pedro Rollán, director médico de Vithas Valencia 9 de Octubre y especialista en cardiología; Teresa Sánchez-Minguet, especialista en Oftalmología y directora de Vithas Valencia Oftalmología; Julián Ruiz, responsable del Servicio de Urgencias del Hospital Vithas 9 de Octubre; y Javier Miranda, responsable del Servicio de Pediatría de los hospitales Vithas en València (9 de Octubre y Consuelo) y Castelló. El coloquio fue moderado por el director de Relaciones Institucionales de Prensa Valenciana, Julio Monreal.

Los participantes en el encuentro telemático destacaron que los hospitales del Grupo Vithas en la Comunitat Valenciana son seguros para los pacientes y los profesionales gracias a las diversas medidas adoptadas. También quedó patente que la demora en acudir a Urgencias y las consultas han derivado en problemas serios de salud por no atender a tiempo patologías como ictus o dolencias cardiovasculares. Finalmente, se destacó la importancia de la colaboración entre la medicina pública y la privada para evitar el colapso del sistema sanitario ante retos como la pandemia.

Las medidas de seguridad e higiene centraron una buena parte del coloquio. Julián Ruiz señaló que «básicamente potencian las medidas que a nivel de población se han adoptado como distancias de seguridad entre los pacientes de dos metros, limpieza de manos y el uso de mascarilla quirúrgica. A partir de ese momento, los usuarios son seleccionados con dos criterios: uno es el de los que tienen una encuesta positiva y con riesgo de una patología secundaria por covid-19 y el segundo es el resto de pacientes. Los primeros se ubican en boxes aislados y si al final son ingresados se les aísla».

La doctora Sánchez-Minguet argumentó que en la Unidad de Oftalmología las medidas «son extrapolables a las que se han adoptado a nivel general. En nuestra unidad hemos sido muy bien informados gracias a un manual de procedimiento de calidad y hemos sido muy estrictos de cara a evitar que el paciente y el profesional sufran un contagio. A nivel físico hay una diferenciación clara de lo que es el quirófano para aquellos pacientes libres de covid-19 y el que se ubica en otra planta para los que han de ser intervenidos de manera urgente o las operaciones no demorables como son un desprendimiento de retina o un traumatismo ocular. La desescalada ha sido idéntica a la que se ha hecho a nivel general, es decir, solo se atendían urgencias y se eliminó cualquier actividad programada y si venía un paciente se le hacían las pruebas para descartar si tenía covid-19. En la actualidad ya atendemos con normalidad aplicando un protocolo muy estricto que exige un despistaje epidemiológico de los últimos 15 días para saber si ha estado con algún paciente covid, si en la familia existe alguno o si tiene alguna sintomatología. En segundo lugar el enfermo debe pasar una prueba PCR entre las 48 y 72 horas previa a la intervención quirúrgica. Si da positivo se aplaza en el caso de ser demorable. De no ser posible la operación se realiza en el quirófano habilitado con todas las medidas de seguridad, con los EPI adecuados, con un ascensor que solo va a ese quirófano y a la planta donde el enfermo quedará ingresado. En ese caso, un familiar podrá acompañarlo con todas las medidas de higiene. Si es de carácter ambulatorio se llama por teléfono al familiar para que acuda al hospital cuando acaba la operación».

Javier Miranda explicó que en Pediatría la tónica tampoco ha cambiado demasiado respecto a otras especialidades. «Las medidas van más dirigidas a los padres que a los niños y son las mismas que a nivel general: mascarillas, gel hidroalcohólico? Además, hemos espaciado las visitas para mantener distancias de seguridad y se ha aumentado el número de profesionales».

La pandemia del coronavirus ha provocado que muchas personas dejaran de acudir a los hospitales por temor a un contagio. Ruiz asevera que «si analizamos el triaje, en estos meses hay varias fases. Por un lado los pacientes con patologías leves dejaron de venir a Urgencias. Los que tenían dolencias algo más graves, tipo cólicos, dolores abdominales, etc., también descendieron y, por último, los casos más graves como infartos o ictus no acudían. Esto se debe al miedo de la gente a contagiarse si acudía al hospital. La verdad es que nos sorprendía que los pacientes con patologías graves no vinieran y ahora vemos que esas enfermedades no atendidas dejan secuelas. En infartos hemos visto un descenso del 10 % de casos. Esto nos ha hecho reflexionar sobre si la sociedad es consciente de si sabe identificar los síntomas de un ictus o de una enfermedad cardiovascular. Al final supongo que la población sí que lo sabe, pero pone en una balanza la enfermedad y el riesgo a contagiarse si viene al hospital y se impone esto último. Y es grave porque en el caso de un infarto cerebral, existe el riesgo de que afecte a la movilidad si no hay una rehabilitación precoz. Y con los infartos también se producen secuelas de no ser atendidos convenientemente. Pero en otras patologías como apendicitis o cólicos ocurre lo mismo. Nos preguntábamos dónde estaban esos pacientes y ahora nos aparecen».

El doctor Miranda comenta que en Pediatría ha ocurrido algo muy parecido, aunque existen ciertas diferencias respecto a otras especialidades. «Todas las intervenciones urgentes se han realizado, pero hemos notado menos asistencia en consultas externas y urgencias. Creemos que es por dos motivos: por el miedo al contagio del coronavirus y porque por el confinamiento los niños no han ido al colegio o la guardería y, por tanto, ha habido menos contacto entre niños. Debemos llevar al médico a un niño que presente un dolor abdominal agudo, vómitos persistentes o fiebre alta, porque de no hacerlo las consecuencias pueden ser importantes. Tampoco debemos retrasar la administración de las vacunas».

Cambios profundos

Pedro Rollán puso el foco en cómo la irrupción del coronavirus va a cambiar, como ha sucedido en otros sectores, la sanidad y la relación entre el profesional médico y el paciente. «La pandemia supuso un esfuerzo para los profesionales. En nuestros hospitales ahora no hay ningún paciente positivo de covid-19. Con todas las medidas que se han adoptado cualquier cirugía es segura. La pandemia supone un gran reto para la medicina porque, entre otras cosas, va a cambiar la forma de interactuar con el paciente. El paciente, por inseguridad o por falta de confianza, se queda en el entorno de su domicilio y la telemedicina, las app o la teleasistencia van a ayudar a la asistencia médica, aunque, repito, los hospitales son un lugar seguro. Ha habido pacientes que han empeorado no por virus, sino por no acudir al médico», argumenta.

Rollán resalta la importancia de la colaboración entre el sistema público y el privado. «La pandemia no se habría podido atajar sin la colaboración pública-privada. El sistema sanitario privado se puso a disposición del Gobierno de España y de la Generalitat Valenciana y se han atendido a unos mil pacientes».