Los presidentes de las comunidades autónomas que acogen fábricas de automóvil saben lo que se juegan en términos de empleo y comienzan a impacientarse. Por enésima semana desde que el pasado 3 de mayo Ximo Puig llevó por primera vez a la conferencia de presidentes la petición de un plan de apoyo a la movilidad y al sector de la automoción, el jefe del Consell volvió a insistir ayer a Pedro Sánchez en la necesidad de respaldar a esta industria.

El Gobierno ya ha anunciado que el sector, como no podría ser de otra manera, tendrá apoyo preferencial dentro de los planes de reindustrialización que saldrán de los fondos europeos. Pero aún no se sabe en qué consistirán. Sin elevar el tono, Puig incidió ayer en que España lleva retraso, y que países como Francia y Alemania ya han desplegado miles de millones en ayudas a sus fabricantes, exigiendo incluso contrapartidas en forma de repatriación de producción. Algo que inquieta bastante en las autonomías con fábricas de Renault o PSA.

El asunto preocupa, sobre todo porque la decisión de Nissan, que ha decidido cerrar su operación en Barcelona dejando en la calle a 3.000 trabajadores, evidencia la debilidad del país en una industria que es muy fuerte (17 fábricas) pero donde los cuarteles generales, es decir, la sede de los fabricantes donde se decide, están en el extranjero. No hay marcas españolas.

Lo sabe Puig, que ha visto cómo algunas de las últimas decisiones de la americana Ford suponen la pérdida de trabajo a medio plazo (el modelo Transit, al menos en parte; y los dos motores que se fabrican) en Almussafes. Carga de trabajo con destino a Norteamérica.

De ahí la insistencia en arbitrar ayudas desde ya. Ayer, en la conferencia de presidentes, el jefe del Consell hizo suya la reclamación de la patronal valenciana de proveedores del sector del automóvil (AVIA), que esta pasada semana se reunió con la Conselleria de Economía.

Básicamente, Puig reclamó que el plan de ayudas a la compra de coches no se incentive únicamente la adquisición de vehículos híbridos o eléctricos, sino que se apoye también la compra de coches gasolina o diésel. Las empresas ya fabrican vehículos con «un nivel muy bajo de contaminación», recordó en la rueda de prensa posterior celebrada ayer en el Palau.

También preocupan en el Palau la salud de otros sector tractores de empleo en la C. Valenciana. Puig también planteó a Pedro Sánchez la necesidad de establecer incentivos a otros sectores como la construcción, mediante planes en todo el estado como el de reformas de viviendas (Renhata) que la Generalitat ya aplica en la autonomía.

'Mediterrani viu i segur'

Otras peticiones son planes compartidos en turismo y vivienda para revitalizar la España vaciada y la sostenibilidad, mediante líneas para subvencionar viviendas en entornos rurales. Puig abogó por un 'Mediterrani viu i segur'. Igualmente, Puig pidió flexibilizar los ERTE en sectores estratégicos como la cerámica de Castelló y otros clave en el resto de España, algo en lo que coincide con otros presidentes. El objetivo es que no cierren empresas y «los ERTE no pasen a ser ERE», subrayó.

En este sentido, tuvo también palabras de ánimo para el sector de la pirotecnia, que ha visto cómo la pandemia echaba por tierra su temporada de disparos y pide extender los ERTE hasta las próximas Fallas. Puig apuntó la posibilidad de establecer un plan de ayuda común para los sectores ligados a las Fallas ante «un año muy negativo en el que están sufriendo mucho», con la intención de que los ERTE se puedan prorrogar después de junio. Ahora bien, el presidente recordó que los ERTE suponen un «gasto enorme» para las arcas del Estado, unos 5.000 millones al mes, por lo que «no se van a prolongar indefinidamente».