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La crisis agrava la brecha entre hombres y mujeres para conciliar vida familiar y laboral

La mayor especialización de ellas en empleos en los que abunda el teletrabajo ha provocado que aumente durante la pandemia su tiempo dedicado a las tareas domésticas y al cuidado de unos hijos encerrados en casa por el confinamiento

La crisis agrava la brecha entre hombres y mujeres para conciliar vida familiar y laboral

Antes de que el coronavirus se instalara en nuestras vidas, la desigualdad entre hombres y mujeres era patente a la hora de conciliar la vida laboral con la familiar. Tan es así que las féminas destinaban 13 horas más que los varones a realizar trabajos no remunerados, es decir atender a la familia y realizar las tareas domésticas. Esa brecha se ha agrandado durante las semanas de confinamiento y desescalada provocados por el estado de alarma para frenar la pandemia. Así lo aseguran los profesores de la Universitat de València y del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), José Ramos y Alicia Gómez, en un informe publicado ayer en el que tratan de responder a esta pregunta: «¿Por qué los retos de la conciliación en tiempos de Covid 19 son todavía mayores para las mujeres?».

La paralización de tantas actividades cotidianas ha provocado que muchas personas se queden sin trabajo de forma temporal o indefinida, sobre todo en los servicios. Otras muchas han mantenido su empleo pero lo han desarrollado gracias al teletrabajo desde sus hogares. Además, el cierre de los centros educativos ha elevado la necesidad de prestar atención a los niños y adolescentes y la situación de las residencias y los centros de día lo ha hecho respecto a los mayores. «Las tensiones que todo esto provoca se reconfiguran conforme avanza el regreso al trabajo fuera del hogar, pero no decrecen mientras no sucede lo mismo con la vuelta de los niños al colegio», afirma el informe, que destacan que «estos cambios no afectan con la misma intensidad a cada uno de los adultos que están al frente de las familias». Y no son pocos. En España hay 4,5 millones de hogares con menores de 14 años.

La principal razón de esa diferencia de género está en la desigual participación en las actividades laborales y domésticas. Sobre todo en el mercado de trabajo, donde el peso de mujeres y hombres es distinto por ramas de actividad y ocupaciones, hasta el punto de que el teletrabajo «tiene también un sesgo de género» y provoca que las féminas acaben incrementando el tiempo que dedican al hogar y las familias. Y es que el 55 % de las trabajadoras se concentra en cinco sectores, entre ellos la educación o la sanidad, con gran potencial de teletrabajo, mientras que el 55 % de los hombres se ocupa en seis oficios -como la construcción o la energía- donde dicha forma laboral es minoritaria. Por tanto, las mujeres han permanecido más en el hogar durante el confinamiento y han tenido que hacerse cargo en mayor medida que antes de las cargas familiares, principalmente porque los hijos no han podido acudir a la escuela.

El informe augura que «la situación en que se encuentra actualmente el sistema educativo» y la afectación en servicios como los de comedor o de instalaciones deportivas «pueden complicar todavía más las necesidades de conciliación». Además, la vuelta a la actividad económica se está realizando a distinto ritmo. El informe detalla que «la educación, la sanidad y la administración pública van a mantener con alta probabilidad sus plantillas (en las que se concentra un alto porcentaje de mujeres)», mientras que «los sectores con una mayor concentración masculina, como la industria, la construcción o el transporte, van a recuperar un nivel de actividad más normalizado en un plazo breve, aunque con menor capacidad de realizar teletrabajo. Esta situación va a incrementar las tensiones para la conciliación, porque los padres no pueden estar en el hogar, pero los hijos van a seguir estando, y de manera primordial para las mujeres».

Los autores abogan, ante «la gravedad de la situación», por redistribuir las cargas del trabajo doméstico y por que empresas y administraciones fomenten la racionalización de horarios, por la reducción de la jornada laboral y por el reparto del trabajo. En caso contrario, auguran «consecuencias negativas para la salud de las mujeres y las relaciones familiares».

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