Los conflictos laborales dentro de la Guardia Civil se rigen por un estricto código castrense marcado por el exceso de corporativismo y la prelación de la disciplina y obediencia al mando, en el que los subordinados tienen todas las papeletas de perder en un enfrentamiento dialéctico con su superior -lo haga bien o mal- y donde la única solución son las bajas o solicitudes de cambio de destino, de ahí que se contabilicen tantas en el Instituto Armado. Además, al aplicarles un Código Penal Militar, no sólo se les impone un régimen disciplinario severo, sino que pueden acabar entre rejas, como es el caso de un agente del Seprona de Gandia, condenado a nueve meses de prisión por insultar a un superior.

«Usted es un maldito inepto, un inútil de mierda que no vale ni para tacos de escopeta», le dijo, según figura en la sentencia de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo. El trasfondo de esta salida de tono del agente, el clima hostil generado con su superior por no querer investigar un vertido de aguas fecales en una acequia de Xeresa, ni la muerte por electrocución de varias aves rapaces en Montduber y la Marjal de la Safor.

Los hechos se remontan al 28 de mayo de 2016, cuando el condenado y el cabo primero, pertenecientes ambos a la patrulla del Seprona de Gandia, circulaban en un vehículo oficial y descubrieron una acequia que portaba agua y emitía olores fecales. En ese momento se inició una discusión entre ambos porque el agente no estaba de acuerdo con su superior de abandonar el lugar de los hechos y no investigar el posible delito ecológico que se podría haber cometido.

El cabo portaba una grabadora, en la que quedó registrado el contenido de la discusión. En ella se escucha cómo el superior, en un tono elevado, le espeta: «¿Quién dirige el servicio, usted o yo?». A lo que el agente condenado le responde: «Como me vuelva a chillar, por la puerta sale volando, ..., usted es un maldito inepto, un inútil de mierda que no vale ni para tacos de escopeta, ..., acaba de ver una actuación aquí, se la pasa por el forro de los cojones y se va... eso es lo que ha hecho usted... y ahora va y me hace un parte y dice lo que ha ocurrido... el parte se lo voy a hacer yo».

Fuentes de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) aseguran que las malas relaciones internas en el Equipo del Seprona de Gandia eran conocidas desde hacía tiempo, y se llevan arrastrando desde hace más de una década. «Este clima hostil de trabajo repleto de malas relaciones laborales acabaron por afectar negativamente a la calidad del servicio, el de protección de la naturaleza, y han finalizado con la aberrante condena de nueve meses de prisión militar para el guardia civil», lamentan.

En un periodo de tres años se localizaron en el término municipal de Oliva 35 aves rapaces electrocutadas, lo que llevó al agente a pensar que en la demarcación existía un problema medioambiental de primer orden que requería de mayor atención, motivo por el cual se confeccionó un informe-denuncia solicitando un procedimiento de exigencia medioambiental que terminara por conseguir la corrección de las instalaciones y con ello la inocuidad para las aves.

Desde AUGC consideran que «en un clima de normalidad, lo que hubiera conllevado la felicitación e incluso la posible condecoración de su autor, desencadenó sin embargo en un cúmulo de hostilidades e impedimentos a la hora de seguir llevando a buen puerto dichas cuestiones». Parece ser que en un momento dado el responsable de la unidad se negó a tramitar varios informes por aves electrocutadas bajo el alegato de que estaban muy deterioradas por el paso del tiempo o por no encontrarse en zonas de especial protección.

Aplican el Código Penal Militar

Una de las principales reivindicaciones de AUGC desde hace tiempo es que se deje de aplicar el Código Penal Militar a los guardias civiles en funciones policiales e incluso en situaciones producidas fuera de servicio durante el tiempo libre de sus componentes, al considerarlo «una herramienta abusiva, arbitraria y a todas luces injusta» que supone que un trabajador, un servidor público, pueda acabar entre rejas como consecuencia de una simple discusión laboral. «Hoy en día cualquier agente puede acabar con sus huesos en un penal a causa de una simple discusión con su jefe», lamentan fuentes de AUGC.