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El geriátrico de Carlet avanza en su reapertura entre quejas de usuarios

Los residentes denuncian haber afrontado medidas propias de una "cárcel" y parte de la plantilla denuncia carestía de enseres básicos - Desde la gerencia reivindican la escasa incidencia del virus

Los usuarios de la residencia de mayores de Carlet, la más grande de la Comunitat Valenciana, empiezan a ver la luz al final del túnel con la llegada de la nueva normalidad, después de las perspectivas que han afrontado a lo largo de los tres últimos meses, desde que el 13 de marzo se iniciase el Estado de Alarma. En su caso, por fortuna, el coronavirus no azotó a los residentes como ha ocurrido en otros geriátricos: según apuntaron ayer diversas fuentes, tan solo se han producido alrededor de una veintena de contagios a lo largo de toda la pandemia, y una sola muerte. No obstante, los estrictos protocolos del centro han llevado a algunos residentes a protestar por unas condiciones que, según han denunciado, se alejaban de unos estándares mínimos de bienestar. Es el caso de José Rodríguez, uno de los usuarios, que ayer contaba a este diario cómo tenían la sensación de «haber estado en una cárcel» durante este periodo.

Tal y como informó en su momento este periódico, hasta finales de mayo los residentes válidos no podían salir de sus habitaciones en ningún momento del día, tan solo para comer. Desde hace tres semanas, explicó ayer Rodríguez, se les permite una hora de paseo al día por el jardín del centro, lo que era para ellos un lapso «muy insuficiente». «Sobre todo cuando ves que no para de salir y entrar gente del geriátrico», aseveraba el residente, que aseguraba que veía que la mayoría de los no usuarios no portaban mascarilla ni respetaba otras medidas de seguridad. «No puede ser, parece que nos han cargado a nosotros todo el peso del confinamiento», explayaba. En este escenario, dos residentes se escaparon de la residencia la semana pasada, según confirmaron otras fuentes, pero volvieron a ser ingresados tras unos días.

Otras voces de la plantilla de trabajadores denunciaron, por su parte, la carestía de diversos utensilios básicos para el grupo de residentes válidos (aquellos sin necesidades asistenciales, un total de 90 sobre los 300 que acoge el macrogeriátrico). Según explicaron, en condiciones normales deben procurarse por sí mismos enseres como dentífricos, geles de ducha o cremas. Con el confinamiento no se les ofreció alternativa para la compra de estos útiles, señalaron, y muchos residentes han pasado semanas sin contar con bienes como cremas para la dentadura, añadieron.

Desde que empezase el estado de alarma y hasta ayer, tampoco había acudido a la residencia de Carlet la furgoneta bancaria que hacía las veces de cajero para los residentes, por lo que el dinero en efectivo ha escaseado en estos tres meses. «Hasta hoy no hemos tenido ni para un café, o para comprar tabaco en las máquinas», hacía ver ayer José Rodríguez, que hizo hincapié en que se habían llegado a ver «situaciones muy duras» entre ellos. Por otra parte, Rodríguez denunció que tampoco han contado con servicios externos, como el de la peluquería, a lo largo de este último trimestre.

Polítiques Inclusives se defiende

Desde la Conselleria de Polítiques Inclusives, encargada de la gestión de las residencias públicas, aseguraron por su parte que el suministro de utensilios básicos como geles de baño ha estado garantizado por el mismo geriátrico desde el principio, y reivindicaron la escasa incidencia del virus como aval de las medidas restrictivas.

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