Qué poco cuesta imaginar cómo vivían los íberos hace unos 2.600 años. Y todo ello gracias a esa joya arqueológica que es el yacimiento de la Bastida de les Alcusses, cuna de un mito del arte primitivo valenciano: el icónico Guerrer de Moixent. Las prospecciones realizadas a lo largo de casi cien años (las inició el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de València en 1928; los restos los descubrió Juan Tortosa en 1909 ) han permitido estudiar, conocer, delimitar, reconstruir y ofrecer a la divulgación tanto erudita como popular un tesoro del que Moixent se siente orgulloso. Los hallazgos de las herramientas agrícolas, los restos cerámicos, los cimientos de las viviendas o la trazas de la distribución del poblado...

Gracias a toda esta gran cantidad de información que ha generado les Alcusses, los usos y costumbres de estos pobladores se han podido analizar con precisión y detalle. Pero si hay una imagen que automáticamente remite al poblado esa es la del Guerrer de Moixent, figurilla de apenas 7,3 centímetros de alto que se muestra al público en el Museu de Prehistòria de València. Está hecha en bronce fundido, representa a un guerrero-jinete. Y pese a lo esquemático de su factura, es de una enorme belleza. La figura del Guerrer es una de las imágenes más reproducidas del patrimonio valenciano, pero siempre hay alguien que se queda perplejo ante sus reducidas dimensiones puesto que, en muchas de esas fotografías o representaciones, lo que se ve es una pieza exenta y descontextualizada. Y no son pocos los que la tenían por una escultura casi de tamaño natural, como la reproducción que luce Moixent en el acceso a su casco urbano.

El poblado es visitable todo el año y posee un servicio de guías reforzado con paneles explicativos. La entrada es gratuita y abre de martes a domingo, de 10 a 14 horas y de 16 a 18 horas en invierno; de 18 a 20 horas en verano. En ocasiones, se organizan visitas teatralizadas en las que varios actores muestran cómo era la vida a los pobladores.