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Los nuevos requisitos de la UE encarecen el uso de aguas residuales para riego agrícola

La Comunitat Valenciana, con más de 29.000 hectáreas donde se aplica la reutilización, sería de las grandes afectadas por el reglamento comunitario que exige controles más estrictos a los actuales y que obligará a mayores inversiones de la Epsar

Los nuevos requisitos de la UE encarecen el uso de aguas residuales para riego agrícola

El Parlamento Europeo ha elaborado un reglamento que endurece las condiciones para el uso en la agricultura del agua residual tratada. El documento estipula requisitos distintos para el riego en función del tipo de cultivo: para los alimentos que se consumen crudos, para los transformados (cocción o tratamiento industrial posterior) o los no destinados a humanos como los pastos, forrajes, cultivos de semillas o césped. Además de establecer los parámetros que deben cumplir en cuanto a elimina, también fija la calidad mínima y el tipo de riego si el alimento que va a consumirse crudo está está por encima del nivel del suelo o, por contra, enterrado o se trata de tubérculos. La Comunitat Valenciana, con unas 29.000 hectáreas regadas con aguas tratadas, sería de las más afectadas por la nueva normativa.

«Es cierto que el Reglamento aprobado por el Parlamento Europeo establece unos parámetros de control más estrictos de los que recoge la normativa española RD 1620/2007, que obligará a hacer un mayor control y tratamiento de los efluentes reutilizados», apuntan desde la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica. «De hecho, el esfuerzo inversor de la conselleria mediante la Epsar tiene como objetivo adaptarse a las nuevas exigencias europeas y favorecer el uso garantista, eficiente y sostenible de la reutilización de aguas para el uso agrícola», explican. Pese a todo, indican que fijar una cifra concreta del coste «hoy por hoy sería aventurarse, dado que hay que estudiar en detalle las necesidades de los nuevos tratamientos».

Lo cierto es que la aplicación de estos nuevos parámetros, que perjudican a los países mediterráneos que sufren estrés hídrico como es el caso de España o Italia, será obligatoria a los tres años de su publicación. Compromete, además, a realizar cuantiosas inversiones en los sistemas de tratamiento pues según expertos en la materia sólo el 7 % del agua que ahora se reutiliza estaría en condiciones de cumplir con lo estipulado por la UE. «Más de 100 hectómetros cúbicos podrían dejar de ser aptos para el uso agrícola». Así lo apuntaba hace semanas el exgerente de la Epsar, Enrique Lapuente, en un artículo de opinión publicado en Levante-EMV.

El texto del reglamento incide en que este debe ser suficientemente flexible para permitir continuar con la práctica de la reutilización de agua y, al mismo tiempo, garantizar que otros Estados miembros puedan aplicar dicha normativa más adelante, cuando decidan introducir esta práctica. «Cualquier decisión de no reutilizar el agua debe justificarse debidamente conforme a los criterios establecidos en el presente Reglamento y revisarse periódicamente», figura en el documento.

«Es necesario garantizar que el uso de las aguas regeneradas sea seguro, para así estimular la reutilización del agua a escala de la Unión y aumentar la confianza de la población en esta práctica. Por tanto, la producción y el suministro de aguas regeneradas para el riego agrícola debe permitirse solo conforme a un permiso concedido por las autoridades competentes de los Estados miembros», se especifica en el reglamento.

Virus, protozoos y bacterias como la Escherichia Coli tendrán que ser eliminados con sistemas más potentes que los actuales, y con una periodicidad que el texto marca en función del uso al que vaya destinada esa agua, obligando a revisiones de las instalaciones en funcionamiento para adaptarlas a los nuevas exigencias europeas, más estrictas que la diretiva marco del agua que ahora rige a nivel estatal.

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