El festivo del 24 de junio llegó para quedarse. Y se traduce en una oportunidad para llenar las playas como nunca se ve en junio. Tanto que, en su edición de 2020, y a pesar de haberse consumido ya algunos fines de semana, la sensación que quedó en las arenas de toda la costa fue la de acudir como si no hubiera un mañana. Seguramente, con menos precauciones de las debidas. No tanto por las distancias de seguridad, sino por la falta de perseverancia a la hora de recordar que, una vez se abandonan las arenas, hay que volver a ponerse las mascarillas. No invitaba nada un mediodía que rondaba los 30 grados. Pero sirva el ejemplo: si la tarde anterior, durante el desalojo, la Policía Local de València levantó ocho actas por no llevar la protección, ayer a las dos de la tarde habría podido poner ocho mil bajo la ley del mínimo esfuerzo.

El festivo de Sant Joan se incorporó al calendario en 2019. Es una de las cuatro fechas que el Consell señala para todo su ámbito territorial. Con ella, equiparaba a la fiesta grande de Alicante con la de València y evitaba agravios. Ayudado además por el hecho de que, en muchos lugares es día de resaca tras una noche de hogueras y excesos. Este año no ha habido ni Hogueras (de Alicante), ni hogueras (espontáneas) ni excesos. Pero sí mucho público, especialmente en la costa.

Las playas urbanas del «cap i casal» pasaron del desierto la noche previa a su lleno absoluto. De forma, además, gradual. Tras un inicio de mañana tranquilo, a partir de las once el aspecto era el de una verdadera marea humana en la arena y de vehículos en las calles del distrito marítimo. Esto último acentuado inmediatamente al norte, especialmente en Port Saplaya y Meliana, donde el parque automovilístico se convirtió en un verdadero caos.

Al sur, el diagnóstico era el mismo: nunca se había vivido un inicio de un 24 de junio de tantísimo bañista en la Marina Alta. Desde primera hora llegaron a las calas cientos de personas aprovechando la jornada festiva de Sant Joan, el buen tiempo y la desescalada. Tras el confinamiento hay ansia de comerse un verano que no ha hecho más que empezar. Los residentes y los estacionales, especialmente bajados desde la ciudad de València, crearon ese particular agosto anticipado.

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FOTOS: Playas de Valencia llenas en San Juan

La Granadella, atestada

La Granadella de Xàbia ya estaba desde primera hora atestada de bañistas. La policía local desviaba a los coches que bajan por el vial del Pic Tort, que sube en zigzag con el objetivo de colapsar el acceso a la cala y dejar expedita la salida a los vehículos de emergencia. Pero el vial de Pic Tort ya estaba hasta arriba de coches aparcados. Los bañistas estacionaban y bajaban a pie cargados de neveras. Escenas que se repetían en la cala del Portitxol donde no se respetaban a simple vista las distancias obligatorias en la nueva realidad del coronavirus.

Mientras, en Benitatxell la policía también está avisando de la dificultad de bajar a la cala dels Testos y a la de Llebeig mientras El Moraig está cerrado por las obras que está realizando Costas para reparar el destrozo de Gloria. Els Testos obliga a descolgarse por cuerdas y para llegar a Llebeig hay que caminar un buen trecho por el sendero de los acantilados. Decenas de bañistas se están aventurando en este agreste litoral.

Colas en Cullera

Las playas de Cullera vieron el día festivo de forma atípica. A pesar de registrarse una importante afluencia de bañistas en las playas de la localidad de la Ribera Baixa sin duda alguna nada comparable con la avalancha que se hubiese podido vivir en otras circunstancias, con la presencia de los primeros turistas residentes.

Los accesos a Cullera han vivido colas de poco más de 2 km cuando en un San Juan normal las mismas hubiesen podido llegar a superar los 8 km procedentes tanto de dirección Alicante como dirección Valencia. Las playas registraron una afluencia que, aunque masiva, respetó las normas de seguridad marcadas desde el propio Ayuntamiento siguiendo las directrices.

Con menos masificación, sobre todo por las dudas que suscitan todavía las corrientes de agua dulce, los «mares interiores» también recibieron la visita de bañistas. Zonas como las cuevas de Turche o Las Palomas de Buñol, o el Gorgo de la Escalera de Anna, han registraron una mayor afluencia de visitantes aunque sin masificaciones.