La pandemia de coronavirus multiplica el trabajo a distancia tanto en las administraciones públicas como en las empresas privadas mientras se disparan las dudas sobre su regulación y eficiencia en la economía. El encuentro telemático ¿Quién gana con el teletrabajo?, organizado ayer por Levante-EMV y la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) y que forma parte de los debates empresariales para analizar la situación de la economía y la sociedad, pretende aportar algunas luces sobre esta nueva realidad tal como la ven expertos del ámbito patronal, sindical, de la Generalitat y la universidad. El teletrabajo ha pasado a ocupar del 5% a más del 25 % de los trabajadores de toda España en estos tiempos de covid-19. En la citada sesión, moderada por el director general de relaciones institucionales de Levante-EMV, Julio Monreal, participaron Enric Nomdedéu, secretario autonómico de Empleo y director general de Labora; Carmen Pleite, presidenta de la comisión de relaciones laborales de la CEV; Lola Ruiz Ladrón de Guevara, secretaria de acción sindical de UGT-PV; Daniel Patiño, secretario de acción sindical Comisiones Obreras; así como Adrián Todolí, director de la cátedra de Economía Colaborativa y Transformación Digital de la Universitat de València.

Este grupo de expertos coincidieron en destacar que la regulación del teletrabajo «debe hacerse bien y que satisfaga a empresas y trabajadores». Así empezó su intervención Carmen Pleite. La dirigente patronal considera que este método «viene para quedarse. Salimos ganando todos: empresas y trabajadores. Ya está contemplado en el Estatuto de los Trabajadores, que habla del 'trabajo a distancia', si bien esta pandemia lo ha lanzado de golpe ya que tiene muchos beneficios y oportunidades».

Respecto a la regulación, la dirigente de la CEV, es partidaria de abordarla sin prisas. «Si ha sido útil en tres meses hay que intentar hacer todo lo conveniente para que sea bueno en el futuro aunque tiene muchas implicaciones sobre otros sectores como el transporte público o la hostelería. Hay que tener cuidado para no perjudicar a otras actividades», advierte.

En busca de productividad

Desde el punto de vista de la administración pública, el máximo responsable de Labora, Servicio Valenciano de Empleo y Formación, sostiene que «el teletrabajo, para las empresas, es una oportunidad para tener un nuevo modelo organizativo basado en la confianza y que pueda mejorar la productividad: un problema de la economía valenciana», aclara. «Aporta bienestar, permite organizar horarios y mejorar la conciliación familiar y personal. Y la menor movilidad contribuye a reducir la contaminación medioambiental». Puestos a ser críticos, Nomdedéu sostiene que el «teletrabajo no se ha hecho como tocaba» porque no ha permitido en ocasiones cumplir el horario de trabajo y en algunas ocasiones el presentismo se ha trasladado al hogar al estar conectado más tiempo de lo necesario.

Negociación colectiva

Desde el punto de vista sindical, Lola Ruiz Ladrón de Guevara, apunta que este método «debe negociarse en el ámbito de la negociación colectiva». Y reconoce que «si los trabajadores no van al centro de trabajo podemos tener más problemas de acción sindical». Sea como fuere, esta dirigente de la central ugetista indica que «si está bien regulado saldremos todos beneficiados pero en caso contrario, no. El asunto es complejo -agrega- porque un tema que hay que articularlo de manera eficiente. Si no se aborda en el ámbito de la negociación colectiva, en las mesas de diálogo social entre empresarios y sindicatos puede aumentar el empleo precario». Además, advierte que se complica el control por parte de la Inspección de Trabajo y «habrá que regularlo» tal como han realizado algunos países», explica Lola Ruiz. Y añade: «también puede producirse una brecha de género. En muchas empresas hay más mujeres que hombres trabajando desde sus hogares».

Para el secretario de acción sindical de CC OO-PV, el teletrabajo es una herramienta laboral que puede ser muy beneficiosa o muy perjudicial en función del uso que se haga. «Es muy recurrente -destaca- en tiempos de grandes crisis tal como ha demostrado la historia, pues en 1973, durante la crisis del petróleo, ya se usó este método de trabajo». En su opinión, «hoy en día, en un mercado laboral tan desigual, donde la negociación colectiva requiere nuevos equilibrios y planes productivos, el teletrabajo puede convertirse en una medida forzosa. No se puede pedir al trabajador que se vaya a un ERTE o se quede en casa teletrabajando como únicas opciones. Así ha ocurrido en algunos casos», recuerda Patiño. Además, coincide en que requiere una regulación adecuada. «No puede extenderse de forma masiva porque más del 70 % de la población española no permite aplicar el teletrabajo en su profesión y porque puede agrandar brechas en materia de digitalización de la economía, de género o bien de aislamiento social».

En defensa del empleo

Para Adrián Todolí, «los ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo) han salvado muchos puestos de trabajo aunque también el teletrabajo», indica. En sentido, el abogado y profesor de la Universitat de València coincide con otros ponentes en que la herramienta puede ser buena o mala. Ha demostrado cosas muy positivas. «Los ERTE han salvado muchos puestos de trabajo porque han permitido seguir trabajando sin riesgos. Se ha mantenido el nivel de actividad y no han ido al paro muchas personas», resalta. Ahora bien, Todolí advierte de que el «aislamiento de las personas reduce la sociabilidad de las personas y tiene efectos sociológicos negativos». Por eso aboga por sistemas que combinen el teletrabajo con el empleo presencial durante varios días a la semana tal como permiten algunas legislaciones avanzadas en países como Holanda, Suecia o Dinamarca. Otro riesgo que apunta Todolí es el peligro de que aumente la deslocalización de algunos procesos de gestión. Eso debe acometerse en la negociación colectiva».

Propuesta del Gobierno

En esta jornada de análisis hubo tiempo para debatir el anteproyecto de ley que hizo público el pasado viernes el Ministerio de Trabajo. Este primer borrador contempla que ese contrato de trabajo a distancia deberá fijar una lista de herramientas que precisará el empleado para ejercer y explicita que su coste siempre deberá correr a cargo de la empresa.

Según Pleite, la regulación del teletrabajo no tiene que conllevar un mayor riesgo de deslocalización de procesos de gestión. Y considera que «tampoco debe abordarse este fenómeno solamente en términos de costes. Hay que hacerlo atractivo para la empresa. No nos gustaría que se encorsetara ya que en la negociación colectiva podría tratarse según sectores y compañías. Algunas empresas podrían autorregularse. Lo mejor es la flexibilidad y no hay que atacar a la empresa vía costes. El teletrabajo debe ser voluntario: tanto para la empresa como para el trabajador». A eso anima al Gobierno.

Nomdedéu reconoce que con la finalización del estado de alarma se han disparado los debates sobre el teletrabajo en la administración pública. «Pero lo que no se puede tolerar es que se diga que los funcionarios tienen que volver a su puesto de trabajo para ser más eficaces. En algunas administraciones como la Conselleria de Economía y organismos autónomos como Labora se ha optado por el retorno escalonado preservando siempre los criterios de garantía de salud. Los funcionarios han trabajado en casa y su trabajo ha sido eficaz», apunta Nomdedéu. También destaca que hasta ahora tan solo había una experiencia piloto hace años tras aprobarse un decreto de la Conselleria de Cultura.

Afirma Nomdedéu que «el teletrabajo debe abordarse en la negociación colectiva entre la patronal y sindicatos para superar así la cultura del presentismo. En la negociación colectiva hay que hablar de algo más que de las subidas salariales, como seguridad laboral y ahora, también del teletrabajo».

Para el alto cargo de la administración autonómica, la regulación del teletrabajo, tal como pretende el Gobierno, debe conllevar de forma paralela una regulación del transporte público, del horarios de las escuelas o del comercio. Además, recuerda que «una de las principales quejas de los teletrabajadores ha sido el exceso de horas que han estado conectados en videoconferencias con sus jefes. Para la empresa es una oportunidad de trabajar por objetivos y por mejorar de la productividad que debe aprovecharse», afirma Nomdedéu.

Esfuerzo de las empresas

Respecto al borrador de ley, la dirigente ugetista sostiene en que «nace un poco cojo porque carece de diálogo social». Según Lola Ruiz, los trabajadores no pueden asumir los gastos generados por el teletrabajo y el anteproyecto se queda corto en los referente a la desconexión digital. Y considera que se deben reforzar los componentes mínimos para realizar el teletrabajo desde los hogares de cada empleado.

En parecidos términos y a propósito de la voluntariedad, Daniel Patiño comenta que el citado anteproyecto de ley intenta dar respuesta a cuestiones difíciles. El dirigente de Comisiones sostiene que dicho texto no va a modificar sustancialmente esa cuestión e irá en consonancia con otras leyes en países como Chile, Italia, Francia o Eslovenia, donde se intenta dar respuesta mediante normas ante el incremento de las tecnologías de la información. Ya hay convenios colectivos recientes de grandes empresas como BP y de algunos sectores que se contemplan el llevarse trabajo a casa», destaca Patiño. «Este proyecto de ley introduce mecanismos que hasta ahora generaban grandes lagunas en nuestro mercado laboral», a pesar de ya haberse aprobado el registro de jornada o existir regulaciones sobres la desconexión digital

Todolí apunta que el peligro del teletrabajo es aumentar aún más el número de falsos autónomos. «Y que desaparezcan contratos laborales. Se puede precarizar el empleo., con menos cotizaciones a la Seguridad Social y con menos derechos laborales. La administración tiene que enfrentarse a eso. Esperemos que el Observatorio del Trabajo Decente vigile estas cosas», explica Todolí.

A preguntas de algunos lectores de Levante-EMV, la presidenta de la comisión de relaciones laborales de la CEV reconoció que el trabajo es una «buena oportunidad para contribuir a reducir el problema de la despoblación en zonas rurales. Es una oportunidad para esos lugares vacíos».

Por su parte, Nomdedéu, asegura que la experiencia del teletrabajo entre la plantilla de Labora ha sido «muy positiva» durante esta etapa de la pandemia. Y aboga por sistemas «mixtos» (con una parte presencial) de cara al futuro laboral.

Respecto a la situación del trabajo sindical, tanto Patiño como Ruiz abogan por utilizar los medios telemáticos para llegar a más trabajadores y mejorar la acción sindical y la negociación colectiva en las empresas. «Hay que apostar por la flexibilidad», afirman.

Para concluir, Pleite reconoció ayer que «hay mucho que negociar. No solo se trabaja en la oficina. Le veo más ventajas que desventajas al teletrabajo. Estamos de acuerdo en lo importante y positivo. No siempre tiene que recaer todo el peso del teletrabajo en la empresa y cuestión de colaborar».