La pandemia del coronavirus y sus consecuencias para la economía mundial y las crisis humanitarias que ya existen en las zonas más pobres del planeta, han creado una «tormenta perfecta» que amenaza con desencadenar «hambrunas de proporciones bíblicas». La pesimista predicción es del jefe del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasley.

La covid-19 ha llegado en el peor momento y azota a países que ya estaban sumidos en guerras como Sudán del Sur, Yemen o Siria, a lo que hay que añadir los problemas en la región del Sahel, la plaga de langostas en África oriental y los efectos del cambio climático.

Más de 820 millones de personas pasan hambre en un mundo que cuenta con alimentos más que suficientes para sus 7.800 millones de habitantes. Estos datos los anunció el secretario general de la ONU, António Guterres, durante la presentación del «Informe de políticas sobre la seguridad alimentaria, que analiza el impacto de la pandemia de la covid-19 en el ámbito de la alimentación y la nutrición». Guterres advirtió de que si no se toman medidas urgentes, la inminente emergencia alimentaria mundial podría tener repercusiones a largo plazo para cientos de millones de personas. «Nuestro sistemas alimentarios están fallando y la pandemia de enfermedad por coronavirus está empeorando aún más las cosas», afirmó el mandatario de Naciones Unidas.

Las cifras son demoledoras: unos 144 millones de niños menores de cinco años, es decir el 20% de los niños del mundo, tienen retrasos del crecimiento por desnutrición. Por si fuera poco, la pandemia puede dejar en la pobreza extrema a 49 millones de personas más este año.

Actuaciones ineludibles

El informe de Guterres establece tres actuaciones ineludibles. Primero debe producirse una movilización para salvar vidas y medios de subsistencia, sobre todo donde haya mayor riesgo. Para ello, los gobiernos deben proteger más la producción, el transporte y la comercialización de comida en los mercados locales, además de asistir a la población más pobre. En segundo lugar, hay que reforzar los sistemas de protección social para la nutrición por medio de programas nacionales que salvaguarden el acceso a alimentos seguros y nutritivos. Por último, es necesario logra un mundo más inclusivo y sostenible con un acceso más justo a alimentos sanos y nutritivos a toda la población.

«Hambre Cero» es el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) con el que Naciones Unidas pretende terminar con la situación de desnutrición que actualmente sufren más de 800 millones de personas en todo el mundo.

En la actualidad, 1 de cada 9 personas en el mundo padece hambre (sobre todo, en los países en vías de desarrollo): las cifras más alarmantes están en Asia, que concentra dos tercios del total (529 millones de personas), y ha visto cómo en su parte occidental han incrementado estas cifras; África cuenta con 232,5 millones de personas hambrientas; América Latina y el Caribe suman 34,3 millones más; y Estados Unidos, Europa y Oceanía agrupan los otros 16,1 millones de personas desnutridas.

Cualquier persona desea poder proporcionar alimentos suficientes, seguros y nutritivos a sus familias. Un mundo con «hambre cero» asegura un futuro mejor para todos, ya que repercute de forma positiva en la economía, la salud, la educación, la igualdad y el desarrollo social. Además, las personas que padecen hambre son menos productivas y más propensas a padecer enfermedades, lo que les impide aumentar sus ingresos o mejorar sus medios de vida. Así pues, asegurar un acceso mundial e igualitario a los alimentos es vital para que se pueda cumplir el resto de metas que se han marcado las Naciones Unidas en su Agenda 2030.

A pesar de lo que pueda parecer, la Tierra ofrece recursos suficientes para proporcionar los alimentos necesarios para todo el mundo. De esta forma, la actual situación de hambruna en muchos territorios se debe, principalmente, a las malas prácticas de recolección, desperdicio de alimentos y guerras.

Por lo tanto, es necesario realizar profundos cambios en el sistema agroalimentario mundial.

El sector alimentario y agrícola son clave para el desarrollo

El sector alimentario y agrícola ofrecen soluciones clave para el desarrollo. De hecho, la agricultura es el sector más empleador del mundo y la mayor fuente de ingresos y empleos para hogares rurales pobres.

La agricultura, la silvicultura y la acuicultura, bien gestionadas, suministran comida nutritiva para todo el mundo y medios de vida para el 40% de la población.

La mala gestión de los recursos que nos ofrece el planeta ha llevado a cabo, durante las últimas décadas, a la degradación de los suelos, bosques y océanos, además de la desaparición del 75% de la diversidad de cultivos desde 1900.

Además, el cambio climático también tiene fuertes repercusiones sobre el acceso mundial a los alimentos, ya que las sequías e inundaciones afectan directamente a las personas que viven en los territorios más castigados.

Debido a ello, las Naciones Unidas apuestan por promover un modelo de agricultura sostenible y un aumento de las inversiones en agricultura para aumentar la capacidad productiva agrícola.

La ONU destaca que 500 millones de pequeñas granjas proporcionan el 80% de los alimentos en partes del mundo en desarrollo. Invertir en pequeños agricultores hombres y mujeres es una forma importante de aumentar la seguridad alimentaria y la nutrición para los más pobres.

Una buena gestión y diversificación de los bancos de semillas y plantas, a nivel nacional, internacional y regional, ayudará a mantener la diversidad genética de las semillas, las plantas cultivadas y los animales de granja.