La fecha del 3 de julio de 2006 ha quedado grabada a fuego en la memoria de las noventa familias a las que el accidente del metro cambió la vida para siempre. Pero también en la memoria de muchas valencianos que ya no olvidarán la lucha que protagonizaron las familias de los 43 fallecidos y 47 heridos para que el siniestro no cayera en el olvido y bajo el carpetazo del precipitado veredicto de «imprevisible e inevitable». Han tenido que pasar catorce años para que las familias consiguieran una explicación judicial al siniestro, el reconocimiento de toda la sociedad valenciana a su lucha y una comisión de investigación parlamentaria veraz que diera voz a todos los actores y expertos ferroviarios que fueron silenciados en la primera comisión paripé que se celebró en las Corts en el verano de 2006 y que se ventiló con cuatro días de comparecencias para concluir con el conocido mantra de que el accidente era «imprevisible e inevitable».

Así que el de ayer fue el primer aniversario del accidente del metro en el que, por primera vez, sí existen cuatro responsables después de que cuatro exdirectivos de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) fueran procesados por los 43 homicidios imprudentes (por los fallecidos), 47 en grado de tentativa (por los heridos) y dos delitos contra los derechos de los trabajadores (por el maquinista y la interventora fallecidos) y admitieran las deficiencias apuntadas por la Fiscalía Provincial de València. La confesión evitó el juicio que debía haberse iniciado el pasado 27 de enero (y que la pandemia habría interrumpido de haberse llegado a celebrar ya que se preveían siete meses de vistas).

La confesión de los cuatro exdirectivos (tardía, aunque les supuso una atenuante) cerró uno de los capítulos más dolorosos de la democracia valenciana. Los cuatro exdirectivos condenados asumieron ante el Juzgado de lo Penal 6 de València «las deficiencias que pudiere haber habido en cuanto a las infraestructuras, material móvil, falta de control de la velocidad, inexistencia de la baliza o reprogramación de las existentes previas a la curva del accidente e inexistencia del plan de seguridad y de riesgos laborales».

Un reconocimiento de los hechos que ha permitido a las familias de las víctimas del metro cerrar etapa reivindicativa y volver a sus vidas. El tiempo ha serenado el dolor pero no alivia el desgarro por la ausencia de los 43 fallecidos que las familias recordaron ayer con ramos de rosas y girasoles en el monumento memorial de la artista Anja Krakowski ubicado sobre la curva del accidente.