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El desplome de la demanda lleva la luz a su precio más bajo en los últimos 13 años

En consumo cae en junio un 7,7 % respecto al año pasado a causa de la ralentización económica por la pandemia - El aumento de la producción de las energías renovables acentúa la bajada del coste de la electricidad

El desplome de la demanda lleva la luz a su precio más bajo en los últimos 13 años

El desplome de la demanda por la crisis causada por el coronavirus y el aumento de producción de las energías renovables han llevado la luz a su precio más bajo en los últimos 13 años, según revela un informe de la consultora Grupo ASE. El coste de la luz en el mercado mayorista en el primer semestre del año ha sido el más bajo desde que hay registros (año 2007) con una media de 29,04 euros el megavatio hora (€/MWh). El precio cayó en picado a partir de la declaración del estado de alarma y llegó a situarse en 17,92 €/MWh en la primera quincena de mayo. Ayer estaba a 28,8 €/MWh, que es un 40 % más barato que la media de los últimos cinco años. Los especialistas advierten que estás cifras «se recordarán mucho tiempo» porque no son normales.

El bajo precio de la electricidad se sustenta, según los analistas del Grupo ASE, en el fuerte descenso de la demanda y en el crecimiento de oferta de generación renovable (especialmente la fotovoltaica). También ha influido el reducido coste de materias primas como el petróleo.

La demanda de electricidad continúa muy lejos de los niveles previos a la pandemia. El mes pasado fue un 7,7 % inferior a la registrada en junio de 2019, aunque recupera terreno frente a abril (cuando cayó un 17 %) y mayo (con una bajada del 12,5 %). La caída beneficia a los consumidores y castiga a los productores. Los analistas del Grupo ASE advierten que el descenso de la demanda «es dramático para el sector, que ya acumula un déficit tarifario muy importante. Su viabilidad depende en gran medida de la reactivación del consumo, pero las previsiones económicas anticipan una recuperación lenta y no se espera alcanzar los niveles del PIB previos a la covid-19 hasta el año 2022».

El descenso de la demanda ha reducido la necesidad de generación eléctrica y ha provocado cambios en el mix: las renovables han crecido un 22 % mientras que las no renovables han descendido un 20,7 %.

En comparación con junio de 2019, la producción fotovoltaica casi ha doblado su volumen con un incremento del 96 % tras la apertura de nuevas centrales (que tuvieron que abrir antes de finales de 2019 para no pagar penalizaciones). La generación hidráulica ha subido un 33,4 % gracias a que las reservas en los pantanos son un 28 % superiores a las del pasado verano. La eólica ha aumentado un 1,5 %.

Los analistas del Grupo ASE precisan que la demanda débil y el incremento de las renovables ha estrechado el hueco disponible para la entrada de otras tecnologías como los ciclos combinados de gas. Este tipo de plantas ha producido en junio más que en mayo porque «la generación nuclear ha sido muy baja».

La generación por bombeo (que es la tecnología que utiliza la central Cortes-La Muela) ha crecido en junio un 157 %, aunque su peso en el mix todavía es escaso y solo representa el 0,8 % del total. Según subrayan los consultores del Grupo ASE, «es un mecanismo muy eficaz para rentabilizar los excesos de producción renovable y en los próximos años ganará protagonismo». Las grandes eléctricas están invirtiendo en esta tecnología que permite subir el agua a los embalses en horas valle (precios económicos) y producir después cuando las horas punta marcan una señal de compra atractiva.

Gas natural

Los precios del gas han comenzado a recuperarse, lo que supone una mala noticia para los azulejeros de Castelló porque encarecerá los costes de producción (el gas supone un 10 % de la factura de las empresas cerámicas). En junio ha disminuido la oferta de suministro de gas a Europa con respecto a meses anteriores. Por una parte, se han reducido las entregas de gas natural licuado (GNL) en el noroeste de Europa fruto de las cancelaciones de gas proveniente de EE UU. Además, los flujos de los oleoductos noruegos y rusos hacia Europa están en niveles mínimos. Esta menor oferta, junto con una demanda europea mayor de la esperada por una fuerte ola de calor, se ha unido al aumento de los precios de las emisiones de CO2 y ha terminado por incrementar los precios en los mercados.

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